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ROSA SANTAEUGENIA PRIMERA PRIORA GENERAL

18 abril, 2019

PARTE 3 

Rosa Santaeugenia, según el Lumen Domus, “como era considerada ya desde el principio por fundadora, y además poseía el título de Maestra, era la compañera del Rdo. P. Coll en las fundaciones de las casas de enseñanza que muy frecuentemente hacía.» (Crónica, T. I, p. 50). Colaboró también en los primeros meses en la formación de las Hermanas, a las que ayudaban también algunos profesores del Seminario.

De enero a diciembre de 1858 ocupó la plaza de maestra interina en BALSARENY, a 19 Km. al norte de Manresa. Después continuó enseñando en la misma población, pero en la escuela pública. En el mes de junio de 1859 se presentó a oposiciones en Barcelona y ganó la escuela de niñas de este mismo pueblo de Balsareny, con un sueldo de 2.200 reales al año. Ocupó la plaza desde septiembre de 1859 hasta junio de 1861. Así, pues, en Balsareny estuvo destinada durante dos años y medio.

Pero en todo este tiempo fue también colaboradora del P. Coll en las fundaciones. Así sabemos que participó en la de Mieras, partido judicial de Olot y diócesis de Gerona, fundación que se hizo el 15 de agosto de 1858. Estuvo, naturalmente, en la constitución de la casa de Balsareny, pueblo en que gozaba de enorme prestigio el P. Coll; los habitantes le atribuían milagros. Tomó parte también en la fundación de San Feliu Sasserra, en el mes de mayo de 1859.

La Hna. Rosa, aunque continuó ocupando la plaza de maestra de Balsareny hasta junio de 1861 fijó, sin embargo, su residencia a efectos civiles en Vic en el empadronamiento de 1860. La Necrología afirma que entonces la hicieron Priora de la Casa Madre.

El 21 de mayo de 1861 fue nombrada por el Rector de la Universidad de Barcelona maestra elemental de niñas en Taradell, con un sueldo de 2.200 reales anuales. Tomó posesión y mantuvo la escuela en propiedad desde el 9 de junio de 1861, hasta el 11 de noviembre de 1863: dos años y cinco meses.

En el año 1863 el P. Coll publicó la Regla o forma de vivir de las Hermanas, y en el Prólogo mencionaba a Rosa Santaeugenia como Priora General. Cuando es nombrada Priora General, a los siete años del comienzo de la Congregación, ésta contaba ya con 36 fundaciones, con Casa Madre grande y capaz y con 60 Novicias. Las Hermanas regentaban en las fundaciones 26 escuelas públicas, ganadas mediante rigurosa oposición.

Durante el curso 1863-1864 la Hermana Rosa ocupó la plaza de maestra de instrucción primaria en la escuela pública de niñas de San Feliu de Codinas. Entonces era ya Priora General. En septiembre del año 1865 se inauguró ya un colegio continuo a la Casa Madre de Calle Capuchinos. Rosa Santaeugenia fue la encargada de dirigirlo. Continuaba en esa tarea a finales de 1868.

En todo este tiempo el P. Coll siguió predicando y llevando a cabo fundaciones, ayudado muy de cerca por la M. Rosa, que se preocupaba con particular esmero de la formación de las Hermanas en el Noviciado y de cuanto precisaban las Casas filiales.

Las preocupaciones de uno y de otra aumentaron a partir de septiembre de 1868, con motivo de la revolución denominada “La Gloriosa”, o “La Septembrina”. Se dictaron en un principio medidas drásticas contra las Asociaciones religiosas, que iban dirigidas hacia su total extinción. En los meses sucesivos se elaboró una Constitución para la que se pidió juramento a los funcionarios públicos y, en concreto, a los maestros. El episcopado español dio la consigna de que no se prestara juramento a esta Constitución, y tales directrices siguieron fielmente las Hermanas aunque un buen número tuvo que abandonar las plazas de maestras que habían ganado en propiedad.

A las preocupaciones de la Hna. Rosa propias del momento revolucionario, en que sus cuidados tenían que extenderse a todas las casas y a todas las Hermanas, vino a sumarse una preocupación muy especial: la enfermedad del P. Coll. En el mismo día en que los Obispos de la Iglesia católica se reunían en la Capilla Sixtina en sesión previa a la apertura solemne del Concilio Vaticano I, el P. Coll quedó completamente ciego cuando predicaba un novenario en Sallent, el pueblo natal de su gran amigo San Antonio M.ª Claret.

A partir de 1869, los ataques de apoplejía se repetirán año tras año. A la M. Rosa tocaba cuidar de él y cuidar de su Obra. Y la verdad que lo hizo con todo el cariño y dedicación. Refiriéndose a la asistencia del P. Coll escribe la Crónica: “La que más se distinguió durante este período, por su amor filial y solicita asistencia al malogrado Padre, fue la M. Rosa Santaeugenia, la que a pesar de haber tenido que asumir la mayor parte de sus tareas, en especial lo tocante a la visita de las casas de la Congregación y destino de las Hermanas, estaba siempre pronta a atenderle” (Crónica, T. 1, p. 202). Así hasta octubre de 1874 en que fue trasladado a la Casa Asilo de Sacerdotes.  Dicen que la despedida fue verdaderamente desgarradora, especialmente para el P. Coll y la M. Rosa. Lo atestigua el P. Lesmes Alcalde, primer biógrafo, que trató todavía a muchas personas que conocieron al P. Coll. Es él también quien asegura que la M. Rosa le visitaba diariamente cuando estaba en Vic, y durante los cinco meses en que estuvo en la Casa Sacerdotal antes de morir. Dicen que con sólo escuchar su voz se serenaba, aunque al final no recordaba su nombre y la llamaba María.

Extractos del artículo del Padre Vito Tomás Gómez García, O.P.

LA MADRE ROSA SANTAEUGENIA, O.P., COLABORADORA DEL BEATO FRANCISCO COLLen el 1er Centenario de su muerte  (Vic, 14 de Octubre 1989)

Publicado en Boletín Anunciata: noviembre 1989  pp. 206-215