Nuestra misión apostólica como Dominicas de la Anunciata, tiene sus raíces en el mandato de Jesús: “Proclamad la Buena Noticia hasta los confines de la tierra” (Mc 16,15). Como a María, Dios nos invita a colaborar en su Plan de Salvación, comprometiéndonos en el proyecto del Reino.
Desde la fuerza profética del carisma de Sto. Domingo de Guzmán y San Francisco Coll, que centraron su vida en la contemplación y el anuncio de la Palabra, las Dominicas de la Anunciata renovamos el dinamismo apostólico y misionero, “iluminando con la verdadera doctrina las tinieblas de la ignorancia”.
La presencia creciente de los laicos compartiendo nuestra espiritualidad y misión es motivo de gozo y esperanza; nos desafía a seguir “ensanchando el espacio de nuestra tienda” (Is 54,2) y acompañarles en un camino de profundización y vivencia del carisma.
El espíritu nos sigue convocando a la aventura de vivir la pasión por Cristo y la compasión por la humanidad. Nos empuja a la disponibilidad, a la audacia, nos pide imaginación y creatividad para responder a los nuevos desafíos. En una realidad mundial que clama por la justicia, anhela la paz y la convivencia armoniosa entre todos los pueblos, desde las diferentes mediaciones de la Congregación, nos sentimos llamadas a ser testigos de fraternidad universal haciendo efectiva la opción por la Justicia, la Paz y la Integridad de la Creación, desde el compromiso del Reino.
La misión evangelizadora nos lleva a vivir y comunicar la Buena Noticia de Jesucristo Salvador, desde nuestros campos de misión: Educativa, “Ad gentes”, Parroquial, Sanitaria, Casas de Espiritualidad y Acogida, Pastoral Juvenil Vocacional…
La educación es para nosotras una de las formas más eficaces de evangelizar. Por ello, en nuestra acción educativa orientada a la formación integral de la persona, no nos limitamos a la transmisión de saberes, sino que, siguiendo el ejemplo del Fundador, S. Francisco Coll, consideramos como elemento determinante de nuestra escuela la transmisión de la fe cristiana.
La Anunciata tiene viva conciencia de su responsabilidad en la difusión del Evangelio. Atentas a las necesidades de la humanidad y desde el espíritu apostólico de nuestro Fundador, potenciamos la dimensión misionera a través de las diversas mediaciones. El espíritu misionero queda plasmado en todo cuanto hacemos para: Suscitar la fe; impulsar el desarrollo de los pueblos; restaurar la vida cristiana en zonas descristianizadas; optar por las JPIC, por los pobres y marginados, por la paz, la dignidad de la persona…
Somos conscientes de que la pastoral sanitaria es una presencia evangelizadora en el mundo del dolor.
Al realizar la misión en casas de acogida y oración llevamos a cabo un trabajo apostólico ofreciendo a las personas espacios de silencio, reflexión, descanso y convivencia.
La Pastoral juvenil vocacional es una exigencia evangélica y una respuesta de fidelidad a la Iglesia, a nuestro carisma de Dominicas de la Anunciata y a los jóvenes de nuestro tiempo como esperanza viva para la Iglesia. Esto nos exige nuevas forma de presencia y de estar entre los jóvenes, de atisbar el futuro para ser fieles a la humanidad que va surgiendo y hacer posible la persona nueva capaz de actuar en ella según el Evangelio.
Marcan nuestra espiritualidad dominicana los rasgos que caracterizaron a Sto. Domingo de Guzmán: Contemplación, búsqueda de la Verdad, celo apostólico, predicación, pobreza evangélica, compasión-misericordia, vida común en fraternidad.
Nuestro Fundador, San Francisco Coll, vivió en toda su profundidad y con gran sentido eclesial el carisma dominicano. Por ello, el ser y el quehacer de la Anunciata en la Iglesia, queda iluminado por cuanto reflexionó, meditó y escribió el Padre Francisco Coll pensando en ella. Su deseo era que “se esparciera la verdadera doctrina enseñándola por las poblaciones grandes y pequeñas e iluminaran de este modo las tinieblas de la ignorancia”.
Llamadas a ser continuadoras de su Obra, las Dominicas de la Anunciata y los laicos que comparten esta tarea y carisma nos sentimos urgidos a anunciar el mensaje de Salvación a todos, de modo que pueda encarnarse en sus vidas y a cultivar una espiritualidad encarnada, gozosa y esperanzada que nos comprometa a nivel personal y comunitario en acciones solidarias.
Nos distinguimos por la sencillez y cercanía, la búsqueda de la verdad, experiencia de Dios, laboriosidad, trabajo en equipo, el estudio de la realidad que queremos transformar con la fuerza viva de la Palabra.
La Virgen en la Anunciación es nuestro modelo de escucha, acogida y anuncio en la tarea evangelizadora.