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JUEVES SANTO DIA DEL AMOR FRATERNO

17 abril, 2019

Queridas hermanas, hoy celebramos el día del Amor Fraterno que nos introduce en el Triduo Pascual para vivir de nuevo los últimos momentos de la vida terrenal de  nuestro Señor Jesucristo.

El Evangelio de San Juan sujeto de nuestra meditación, contrariamente a los textos sinópticos que centran la atención en la institución de la Eucaristía durante la última cena, nos habla esencialmente del lavatorio  de los pies.

En efecto, vemos a Jesús que, una vez en la mesa con sus discípulos, presenta una escena inusual pero significativa: se quitó el manto y se ciñó una toalla, echó agua en una jofaina  y se puso a lavarles los pies a sus discípulos uno tras otro; después los cubrió de besos.

Este pasaje nos interpela en varios aspectos; por eso debemos tratar de adentrarnos en la comprensión del texto para entenderlo mejor y extraer las lecciones que se desprenden para nuestra vida cristiana y especialmente religiosa.

En la mayoría de nuestras tradiciones, es el esclavo quien lava los pies del amo, pero aquí Jesús invierte la costumbre y luego hace una pregunta: «¿comprendéis lo que he hecho con vosotros? Una pregunta que contiene en ella toda la economía de la salvación y podría reformularse en estos términos: «¿Entendéis que Dios amó tanto al mundo que le envió a su hijo en expiación por nuestros pecados »(1 Jn 4)

La postura de Jesús en este relato  es, pues, una concretización de su Kenosis descrita en Fil 2: 1-11; Una actitud fuera de lo común, jalonada con gestos llenos de amor por el prójimo, que  invita, a quienes le seguirán como discípulos, a imitarle: «yo os he dado ejemplo que para que hagáis, vosotros también, lo mismo que yo he hecho por vosotros»  Jesús nos invita a un amor basado en el servicio y la solidaridad, un amor radical que va más allá de las palabras y los hechos, un amor que busca servir y no ser servido; Un amor que ofrece sin esperar nada a cambio. Obviamente solo la humildad puede conducirnos a ello.

Es el momento pues de hacer nuestra revisión  para ver cómo actuamos, especialmente cuando tenemos una responsabilidad en la comunidad o en la misión. ¿Realmente nos sentimos llamados a servir o nos ponemos en el centro para obligar a que los otros nos sirvan? ¿Aceptamos, al modo de  Juan Bautista, el disminuir para dejar que los otros/Cristo crezcan?

Queridas hermanas, todo servicio hecho con responsabilidad y abnegación demuestra nuestra humildad, esa virtud tan querida por nuestro padre fundador, San Francisco COLL, hasta el punto de convertirla,  como Santo Tomás, en la base de todas las demás virtudes. En el capítulo 3 de la “Regla o Forma de vivir de las hermanas” nos dejó una exhortación sobre la humildad y la necesidad de esta virtud para nosotras sus hijas. En el párrafo 5 de este capítulo, leemos: «La humildad da paz y unión con los demás seres humanos, especialmente entre las monjas».

¿Soy  yo instrumento de paz y armonía en mi comunidad y en mi lugar de  apostolado?                                                 

En nuestro mundo tan necesitado de paz, ¿qué testimonio podemos dar para remar contra corriente de esos  poderosos que usan sus posiciones en la sociedad para oprimir y aplastar a los débiles? El profetismo de la vida religiosa nos exige un testimonio constante de ascetismo y de mortificación, que pasa por el dominio de nuestras apetencias para introducirnos en esa dinámica de la  imitación de Cristo. El N ° 25 de Vita Consecrata insiste sobre este testimonio a través del cual se anuncia al mundo la paz, que viene del Padre, el don de sí mismo, del cual el Hijo testifica, y el gozo que es fruto del Espíritu.

Pidamos al Señor a través de la intercesión de la Virgen de la Anunciación que nos obtenga esta gracia para que a su vez podamos también lavar y besar los pies de nuestros semejantes en hechos y en verdad.

¡Fructífero Triduo Pascal para todas!  y ¡Feliz Fiesta de Pascua! por anticipado.

Hna.  Prudencia Pélagie KPOGUE