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COMENTARIO AL XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A 2023

16 agosto, 2023

Mt 15,21-28

Preámbulo a este texto de Mateo

Al Evangelio de este domingo, le podríamos poner de Título: JESÚS APRENDE DE UNA MUJER.

Inicialmente, hasta el mismo Jesús imaginaba que el Reinado de Dios vendría primero para los judíos, y después, en el futuro, para los extranjeros.

En las instrucciones que les da a los apóstoles antes de enviarlos a predicar, en Mt 10,5-6, les dice: No toméis el camino de los paganos ni entréis en la ciudad de los samaritanos, mejor es que vayáis a las ovejas descarriadas de Israel.

En Hechos 11, se nos describe que los apóstoles y hermanos de Judea, poco menos que se escandalizaron cuando se enteraron de que también los paganos habían aceptado el mensaje de Dios.  Entonces Pedro le cuenta la visión que tuvo y con esto se calmaron y alabaron a Dios.

Como vemos, algunos cristianos de entonces pretendían mantener el siguiente esquema: judío creyente = elegido; y extranjero = pagano

Este Evangelio trata de “la Sanación de la hija de la Cananea, de una pagana” Vamos a ver el camino que sigue Jesús ante la petición de la mujer cananea.

Jesús acababa de tener una violenta discusión con los fariseos y maestros de la Ley, sobre el valor de las tradiciones, alimentos puros e impuros,   lavarse las manos antes de comer, etc. Leyes que eran muy numerosas y difíciles de cumplir para la gente sencilla, cuando la predicación y actuar de Jesús se dirigían no a lo externo, sino al corazón de los hombres.

Tampoco sus discípulos lo entienden.  ¿Ni siquiera vosotros sois capaces todavía de entender esto ¿… Comer sin lavarse las manos no nos hacen impuros…

Después de estas discusiones; Jesús, se retira a un territorio pagano.  Allí le sale al encuentro una mujer cananea que le pide auxilio.  Los discípulos de Jesús están cansados de los gritos de la mujer.  Jesús toma en serio el dolor de esa madre. La respuesta de Jesús: “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”.

Si una persona tiene fe en Jesús, no se le puede impedir que pertenezca a la comunidad de los creyentes, aunque sea “pagana”.  

En los versículos siguientes se produce un diálogo entre Jesús y la mujer.  A la petición de la mujer, Jesús, primero,   responde con el silencio, se hace el desentendido;   en segundo momento le responde con una alusión dura.   “No se debe echar a los perros el pan de los hijos”

Los perros eran considerados impuros en esa cultura hebrea: se llamaban “perros inmundos”, “perros herejes” a los cananeos y a los extranjeros.   Jesús no podía prescindir de su educación y de los perjuicios que del pueblo judío arrastraba.  Sin embargo, la mujer pagana distingue entre los perros salvajes y las mascotas, es decir, los cachorros, que son como de la familia y muy queridos por los niños.  Ante esta situación, Jesús, dispuesto a aprender, incluso de una mujer y además pagana, da el paso hacia la apertura.  Jesús aprende de la Cananea, recibiendo una lección de universalidad, no solo ha venido para el pueblo de Israel, la salvación es para todos.

Aprendamos: Dios Padre es de todos y todos y cada uno de los seres humanos poseen igual dignidad ante Él.

En los últimos versículos se produce la apertura de Jesús y la sanación de la niña. Este relato resalta la capacidad de reacción de Jesús.  Sabe cambiar en un instante y captar lo que hay de auténtica humanización de aquella mujer.  La Cananea busca a Jesús, lo escucha, se arrodilla y le vuelve a suplicar dándole sus razones.  La impulsan dos motivos: la fe que tenía en Jesús y la necesidad urgente de que su hija se sanara.

Jesús se da cuenta de que esa mujer pagana, que parecía alejada de su mensaje, tiene más confianza en Él, que quienes le siguen desde hace tiempo. Cuando la madre se encuentra a sí misma, con la ayuda de Jesús, empieza a solucionarse el problema de su hija. Al descubrir esta actitud, Jesús, puede declarar que su   hija está sanada.

Jesús aprende de esta mujer y cambia, que esta misma lección nos ayude a nosotras, ante los distintos, ante los que no piensan como nosotros, ante los extranjeros, colocándolos delante de nosotras y quizá siendo nuestros maestros.

Mensaje: La confianza en Dios no puede fundamentarse en lo que yo soy, sino, en lo que Dios es para mí; pero todo lo que Dios es para mí, lo es para todos los seres humanos sin excepción.

Hna. Sila Miguel

                                                                 Prov. Rosa Santaeugenia