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TENÍA EL DON DE ORACIÓN Y PRESENCIA DE DIOS

30 enero, 2011

SAN FRANCISCO COLL i GUITART, sacerdote dominico. Fundador de la Congregación de HERMANAS DOMINICAS DE LA ANUNCIATA. Canonizado por Benedicto XVI en Roma, el 11 de octubre de 2009.

Vamos presentando aspectos de la Vida de San Francisco Coll. Aspectos relativos a su vida de relación con los demás, vida espiritual y vida sacerdotal y dominicana. Son testimonios que destacan su manera de ser, sus virtudes, sus hábitos y nos van revelando quién era el Centro de su vida.

Las frases o relatos que irán apareciendo se encuentran en el libro TESTIMONIOS, escrito por el P. Vito T. Gómez op. Magnífica Obra que recoge infinidad de testimonios de personas que conocieron al Padre Coll, convivieron con él y otras que escucharon lo que de él se decía. Destacan los testimonios de las primeras Hermanas de la Congregación, quienes recibieron directamente sus enseñanzas sobre la vida religiosa de una Dominica de la Anunciata, objetivos de la Fundación y estilo a seguir.

La Obra Testimonios, al igual que otros escritos sobre Francisco Coll: Obras completas, biografía, se puede consultar en la BIBLIOTECA DIGITAL de esta misma web.

LA PRESENCIA DE DIOS EN SU VIDA

Sin duda coinciden todos en considerar a S. Francisco Coll como un hombre de Dios, del cielo, de la vida eterna, que vivía inmerso en su amorosa presencia. Su corazón estaba totalmente centrado en Dios, con la mirada puesta siempre en El, buscando únicamente su gloria.

Son numerosos los testimonios de esta constante presencia. El canónigo Jaime Collell, que lo conoció y trató siendo monaguillo en la iglesia de Sto. Domingo de Vic y en otras ocasiones ya sacerdote, dejó escrito: «Se puede decir que caminaba siempre en la presencia de Dios». Y en el proceso ordinario informativo atestiguaba que en su trato «sin que faltase nunca a las exigencias de la cortesía, se notaba que procuraba mantener siempre la presencia de Dios», como puede verse en Testimonios . En esta misma obra se encuentra: «Pienso que no perdió la presencia de Dios», y la H. Inés Pujols: «Tenía el don de oración y presencia de Dios».

Del P. Coll como de Sto. Domingo, se puede decir que hablaba con Dios o de Dios. Oraba constantemente, por las calles y los caminos, y «sus conversaciones eran de cosas espirituales, dichas con gran naturalidad y unción», afirma el P. Jaime Clotet, compañero de misiones. Son muchas las Hermanas que aseguran que «siempre hablaba de Dios» o de cosas espirituales .

Mostraba sumo interés en que las Hermanas viviesen en la presencia de Dios, exhortándolas a renovarla con el ofrecimiento de los actos piadosos y por medio de jaculatorias al dar la hora. Cuando les dirigía la oración, dice la H. Ignacia Ribas que repetía con gran fervor: «Avivemos la presencia de Dios, Dios nos escucha» y otras frases que «como saetas atravesaban el corazón».