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NUEVO PREFECTO DE LA FE: PROPONER Y NO CONDENAR

2 julio, 2023

Estoy convencido de que algunas noticias sobre “política eclesial” que aparecen en los portales de internet y en el resto de medios, no interesan a la mayoría de los creyentes. Aún así voy a dedicar este post a lo que, sin duda, los profesionales de la información y el mundo clerical habrá considerado una importante noticia, a saber: hay un nuevo prefecto del actualmente llamado Dicasterio (antes “congregación”) para la doctrina de la Fe. El Cardenal Luís Francisco Ladaria ha terminado su servicio al frente de esta importante institución, que ayuda al Papa en cuestiones doctrinales y disciplinares relacionadas con la fe católica. Su sucesor es el Arzobispo argentino Víctor Manuel Fernández, uno de los teólogos que han asesorado al Papa tanto cuando era arzobispo de Buenos Aires como ahora que ocupa la Sede de Roma. Para algunos (no muy “amigos” de este Papa) es un “pésimo nombramiento” (palabras literales que he visto escritas), para todos, una sorpresa.

Lo que me ha parecido más interesante de este nombramiento (a la espera de ver como evolucionan los acontecimientos) es la carta que el Papa le ha dirigido, en la que después de decirle que le confía una tarea muy valiosa, como es custodiar la enseñanza que brota de la fe para dar buenas razones de nuestra esperanza, añade que esta tarea debe realizarse no en plan negativo, buscando enemigos a los que condenar, sino en plan positivo, tratando de aumentar la inteligencia de la fe al servicio de la evangelización, en un contexto en el que la cultura y la ciencia plantean nuevas preguntas a la fe. El Papa tiene la honradez y la valentía de reconocer que en otros tiempos este dicasterio (heredero del “santo oficio de la inquisición”) llegó a utilizar métodos inmorales, que en vez de promover el saber teológico perseguían errores doctrinales.

Estas palabras me han recordado otras que le escuché a un sabio profesor mío de Antiguo Testamento cuando, en un retiro que nos dio a los jóvenes estudiantes de teología, dijo que la oscuridad no desaparece cuando se la critica, sino cuando se enciende una cerilla. Cierto, a veces nos limitamos a condenar el error, pero no a iluminar la inteligencia de los creyentes. Los creyentes maduros y formados no necesitan que nadie les señale dónde están los posibles errores, porque gracias a su formación, ellos mismos los detectan. Más aún, es posible que tales errores les ayuden incluso a profundizar en la fe, y eso de dos maneras: una, aprovechando la parte de verdad que puede haber en una mala formulación o exposición; y otra, estimulando su mente “a una más cuidadosa y profunda inteligencia de la fe” (tal como dice Gaudium et Spes, 62).

El Cardenal Ladaria, excelente teólogo, ha hecho un gran servicio a la Iglesia. En mi opinión ha dejado abierto el camino a su sucesor para que realice esta importante misión en la línea que indica el Papa Francisco y que, en cierto modo, ha sido la de Ladaria.