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EL ÁNGEL LA DEJÓ

4 mayo, 2023
Acabamos de empezar el mes de mayo. Recuerdo mis tiempos de niño, cuando durante este mes de primavera íbamos a la iglesia “con flores a María”. Durante muchos años esta práctica ha permanecido olvidada o latente en mí. Ahora me viene a la mente con un poco de nostalgia. Mayo es un mes muy mariano. Se inserta en el tiempo pascual. Con frecuencia, en este mes solemos celebrar también -como sucede este año- la solemnidad de Pentecostés. María fue una mujer inundada por el Espíritu Santo. El relato de la anunciación termina con un versículo que a menudo pasamos por alto: “El ángel la dejó” (Lc 1,38).
Después de una fuerte experiencia de Dios, que le permite acoger su vocación de madre de Jesús, el arcángel Gabriel (el enviado de Dios) no vuelve a aparecer en la vida de María. En otras palabras, María tiene que afrontar la existencia “como si Dios no existiera”, pero, en realidad, María no está sola porque -como le anunció el mismo arcángel- “el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc 1,35).
Me gusta el versículo que encabeza la entrada de hoy porque la vida de María no se desarrolló con un permanente “asistente angélico” a su lado para protegerla de cualquier peligro o para soplarle las decisiones que tenía que tomar. María tuvo que enfrentarse a la existencia cotidiana como cualquiera de nosotros. Fue una mujer libre. Pero eso no significa que estuviera sola. El texto de Lucas acentúa la sombra benéfica del Espíritu Santo.
Ese mismo Espíritu se nos ha concedido a nosotros. No nos suplanta, sino que nos sostiene con su gracia para que nuestra libertad crezca y madure. En cierto sentido, todos vivimos “como si Dios no existiera”, conscientes, al mismo tiempo, de que “en Dios vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28). Mirando a María, aprendemos a vivir “sin ángeles”, pero con la fuerza del Espíritu Santo.
Gonzalo Fernández Sanz cmf