NOTICIAS

CUANDO LA RELIGIÓN ES UN MERCADO

1 marzo, 2024

La primera lectura del domingo tercero de cuaresma de este año 2024, ofrece la primera versión de los diez mandamientos que aparece en el Antiguo Testamento. Aunque está escrito en un lenguaje negativo y arcaico, lo que dice se entiende perfectamente y se adelanta en muchos siglos a la conciencia que hoy tenemos de los derechos humanos. Uno de los grandes problemas de hoy es que no sabemos discernir el bien y el mal. Nos hemos olvidado de eso tan fundamental: respetar al otro, respetar siempre su dignidad. Cualquier atentado contra el ser humano es un atentado contra Dios.

Que está formulado en un lenguaje arcaico se ve cuando dice que los esclavos tienen derecho al descanso. En el contexto de la época es una afirmación revolucionaria, pues el esclavo no tenía absolutamente ningún derecho. Otro ejemplo de lenguaje arcaico, pero que bien entendido dice algo maravilloso, es esa comparación que hace entre el castigo que recae hasta la cuarta generación y la misericordia de Dios que dura por mil generaciones. El acento no está en el castigo. Lo que dice el texto es que no hay comparación entre la misericordia de Dios, que es infinita, que no tiene límites, y el castigo que merecen nuestros pecados. No se puede comparar cuatro con mil dice en un lenguaje simplista e infantil. Dicho en un lenguaje más elaborado: la misericordia de Dios supera con creces nuestras maldades. Porque nuestro mal siempre es limitado, el amor de Dios no tiene límites.

En el evangelio no aparece ningún Jesús violento. Jesús no la emprende a latigazos con las personas, sino con los animales. La cuestión de fondo en este gesto profético es caer en la cuenta de que Jesús es mayor que el templo; él es el verdadero lugar del encuentro con Dios: hablaba del templo de su cuerpo. Encontrándonos con Jesús nos encontramos con Dios, siguiendo sus mandatos cumplimos la voluntad de Dios.

El gesto de Jesús señala la necesidad de una religión donde importa el encuentro y la relación personal con Dios, una religión nueva, personal, donde lo único que importa es el amor. A veces hacemos de la religión una especie de mercado: rece usted tres avemarías a la virgen, o póngale una velita a su imagen, y conseguirá lo que le pida. No, la oración no es pedir, es agradecer y estar. Sí, estar con el amado. Oración es amor, y el amor no es pedir. El amor es dar, agradecer y esperar, pero no pedir.

Esta escena es una crítica a nuestra religión si corazón, con la que muchas veces queremos comprar a Dios. Es la condena de una religión sin fe y sin espiritualidad, una religión hecha de ritos. Lo que Jesús propone es una religión de vida, no de posturas o gestos. Uno de los reproches de Jesús a sus contemporáneos era: “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi”. El culto a Dios ha de ir acompañado siempre por el amor a Dios y al prójimo.

Una de las cosas que deberíamos anunciar es la gratuidad de Dios. Los criterios del mundo no son de gratuidad, son de comercio, de intercambio, de compras y ventas. El mercado lo marca todo, también nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todo es exigido, comprado, ganado. Solo lo gratuito puede sorprender, porque es el signo auténtico del amor.

Martín Gelabert Ballester, OP

Fuente: nihilobstat