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COMENTARIO AL XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A 2023

2 noviembre, 2023

El evangelio de este domingo 5 de noviembre de 2023 es una fuente inagotable de riqueza. Usaremos lo que el Espíritu Santo nos inspire.

“Todo lo que puedan decirte, hazlo y síguelo. Pero no actúes según sus obras, porque dicen y no hacen”. Esta exhortación es una llamada a una vida de fe madura y arraigada en Jesucristo. Plantea preguntas que dan que pensar: ¿A quién debemos mirar: ¿al dedo que señala o a la persona a la que señalan? ¿Qué es más importante: el canal o el destino? ¿Somos capaces de distinguir lo perfecto de lo imperfecto, lo inmutable de lo inestable, lo infinito de lo finito?

Sí, es cierto que necesitamos modelos de vida, personas en las que apoyarnos para luchar por nuestro ideal, pero también lo es que necesitamos más una fe que nazca de una relación fuerte con Jesús y de la acogida de su proyecto de vida; de una caridad que, lejos de respaldar actos innobles y contravalores evangélicos, proteja la dignidad de la persona. Para lograrlo “haz y observa lo que te dicen”.

“Todas sus acciones las hacen para ser apreciadas por la gente”: Las aprobaciones, aclamaciones y honores provenientes de los hombres son sólo un destello en el fuego. Proporcionan una felicidad esporádica y sin raíces, y su base es inestable y frágil. Por otra parte, la felicidad que viene de Dios es inalterable y perdura en el tiempo y el espacio. Una felicidad impregnada de humildad que se contagia y proporciona la alegría de vivir. En verdad, Dios es fiel y el hombre es mudable: hoy se alegra porque ha comido pan y pescado, mañana grita. “A muerte, crucificarle” porque no entiende nada. “Es mejor confiar en el Señor que confiar en los hombres” (Salmo 117, …). Es mejor buscar la aprobación de Dios que la de los hombres: conduce a la felicidad.

“No llaméis a nadie en la tierra el nombre de padre”, “Todos sois hermanos”. Jesús está hablando a personas marcadas por una cultura patriarcal en la que la autoridad del padre era absoluta. En estos tiempos, las sociedades se rigen por leyes que establecen relaciones de igualdad y respeto, y protegen la dignidad de los seres humanos. El hombre a veces va más allá de estas leyes, dando rienda suelta a actos que degradan a sus semejantes. Este evangelio es una llamada a una vida fraterna que se concreta en la aceptación del otro en su diferencia y en el respeto. Lejos de ser una idea estéril grabada en la mente, debe manifestarse a través del amor, del perdón dado y recibido, de la acogida, de la consideración. Hay que traducirlo en capacidad de creer en los demás, de creer en todo su potencial humano, intelectual, espiritual, etc. Hay que definirlo como la ayuda a los demás. No el tipo de ayuda que degrada la propia dignidad, sino la que ayuda al equilibrio, la autorrealización y la integración en la sociedad. Esta es la fraternidad a la que estamos invitados. Para lograrlo, la humildad es el camino ideal.

La humildad para el cristiano es la virtud sin la cual sería muy difícil acoger el proyecto de vida de Jesús. Presupone el amor desinteresado y el servicio ​​al prójimo.

“El mayor entre vosotros será vuestro servidor”: ser capaz de rebajarse libre y voluntariamente para servir al prójimo, es ser libre y libre de todo. Es un camino a recorrer que implica conversión constante, conocimiento de sí mismo, autoestima, amor a uno mismo y a los demás, respeto a la dignidad… Vivir en esta humildad al servicio del prójimo, es demostrar que se tiene grandeza de alma. Es una prefiguración de la elevación escatológica.

Que el Señor, a través de su Espíritu Santo, nos dé la gracia del amor desinteresado, para que todo aquel que se nos acerque encuentre en nosotros apoyo, consuelo y seguridad.

Hna. Josiane