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COMENTARIO AL EVANGELIO XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

8 septiembre, 2023

Mateo 18, 15-20

Jesús dijo a sus discípulos: «Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.

Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.

También les aseguro que, si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos».

Es difícil comprender hoy, lo que es la corrección fraterna, ya que no estamos acostumbrados a corregir ni menos a que nos corrijan, más bien, siempre pensamos que lo que haga el otro no es de nuestra incumbencia, pero cuando se trata de nosotros, actuamos a la defensiva, sin darnos cuenta de los errores o de la actitud que hemos tomado frente a nuestros hermanos, provocando en ellos tristeza, dolor o algún daño. Es así, como, en el Evangelio de hoy, se nos exhorta a vivir la corrección fraterna. Jesús, cada vez que decía algo, cada vez que anunciaba el reino, cada vez que hablaba de justicia o decía algo en nombre de su Padre, siempre lo hizo con una actitud que evocaba ternura, amor y caridad.

En nuestras comunidades quizás sea fácil vivir esta invitación que nos hace Jesús en su Evangelio, pero en la misma sociedad o en nuestro diario vivir puede que cueste aplicar la corrección fraterna como tal. Debemos ser caritativos, bondadosos en decir las cosas, siempre y cuando sea verdadero, bueno y necesario corregir al hermano. Para ello, es relevante buscar un espacio de intimidad para posibilitar la escucha, el diálogo y el proceso mismo que conlleva la transformación necesaria para la reconciliación.

Pedir perdón o brindar el perdón, en muchas ocasiones, es un paso difícil o un gran desafío, pero necesario para que vivamos como hermanos en torno a una comunidad que desea vivir el amor y la fraternidad.

El perdón nace de la caridad, del amor al prójimo, de aquella acción a la que somos llamados a vivir diariamente, estando preocupados del otro, sin abandonarlo. Perdonar, conlleva vivir el Evangelio, donde debemos actuar de acuerdo al mensaje que Jesús nos da.

Jaime Campillay
Provincia «Santa Rosa de Lima»