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COMENTARIO AL EVANGELIO XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

12 julio, 2023

«Al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene».

En este XV Domingo del Tiempo Ordinario del ciclo A, los textos de hoy nos permiten escuchar y contemplar una vez más la Parábola del Sembrador. Este texto adquiere una fuerza y un encanto especiales porque es el Creador quien toma la iniciativa de salir al encuentro de su criatura, es él quien bendice y siembra la semilla, es él quien permite que la lluvia y la nieve caigan y fecunden. Lo único que nos pide es que nos pongamos a su disposición para que se cumpla en nosotros su designio de amor.

En la primera lectura de Isaías 55,10-11, el profeta nos recuerda que Dios siempre cumple sus promesas. Seamos quienes seamos o hagamos lo que hagamos, la gracia y la bendición de Dios nos preceden en todo. Lo único que espera es que estemos disponibles y aceptemos la gracia que nos ofrece.

El Salmo 64 (65) refuerza esta visión, porque sólo el Señor puede regar nuestros corazones y bendecir nuestros esfuerzos haciéndolos fructíferos. Sólo la Palabra de Dios puede transformarnos y restaurar en nosotros la imagen de Dios.

En la segunda lectura, de Romanos 8,18-23, san Pablo nos recuerda que la gracia que nos ha sido revelada en Jesucristo es la de la restauración. Dios quiere tener una historia personal con cada uno de nosotros, que nos permita abandonarnos a su gracia. Sólo la paciencia y la resistencia nos ayudarán a mantener viva nuestra Esperanza.

El Evangelio nos da un mensaje muy claro: Dios es generoso cuando siembra, pero que los frutos de su siembra fructifiquen depende de nosotros. Una vez más, Dios nos deja libres para elegir la vida que nos ofrece. Al leer esta parábola, podemos identificar tres ideas principales:

1° DIOS TOMA LA INICIATIVA: Al sembrar su Palabra en nuestros corazones, Dios nos asocia a su obra de redención, invitándonos a una relación personal, porque no necesita esclavos ni robots, sino colaboradores, personas capaces de dar vida a su iniciativa y de ser cocreadores con Él. Para alcanzar esta libertad, depende de cada uno de nosotros dejarnos transformar por esta Palabra. Esta transformación sólo es posible si nos despojamos del hombre viejo y nos dejamos conducir por el Espíritu Santo. Que aprendamos a «Dejar de Vivir» para dejar brotar en nosotros la vida de Dios.

2° TODOS SON LLAMADOS PERO POCOS SON ELEGIDOS: Cuando el Sembrador sale, no selecciona, sólo echa la semilla, lo que significa que todos somos llamados por nuestro bautismo, pero aún necesitamos ser capaces de permanecer conectados en nuestras vidas con la Palabra de Dios, que nos transforma y nos configura con Cristo. Esta configuración es decisiva porque nos muestra qué clase de tierra somos. Recordemos que no son nuestros méritos humanos los que nos dan este privilegio, sino sólo nuestra relación personal con Él a través de su Espíritu Santo. «A nosotros nos es dado conocer el misterio del reino de los cielos».

3° DAR FRUTO EN ABUNDANCIA: Sólo en presencia de Jesús por medio de su Espíritu podemos comprender su Palabra y dejar que cobre vida en nosotros. Nuestra vida cotidiana nos muestra que somos al mismo tiempo al borde del camino, el pedregal, las zarzas y la buena tierra. Esto nos hace conscientes de que la misericordia y el amor de Dios que recibimos pueden permitirnos pasar progresivamente de nuestro corazón endurecido a la entrega total a la gracia de Dios. Sólo esta vida de intimidad con Cristo puede conducirnos hacia ese camino de comunión que nos sumerge en una vida en Él, por Él y con Él. Y sólo en esta presencia podemos dar fruto. Por tanto, nos hacemos fecundos en Él y podemos dar fruto y fruto en abundancia.

En conclusión, podemos decir que cada uno de nosotros es una Buena Tierra en potencia porque nuestra relación con la Palabra de Dios nos ayudará a vivir en su presencia y a perseverar sin cejar en nuestra vida cristiana. Es a través del testimonio de nuestras vidas como debemos evangelizar ahora.

Hna Marlyse YONKEU DJEUTCHA