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COMENTARIO AL EVANGELIO IV DOMINGO DE ADVIENTO CICLO A

13 diciembre, 2022

 

Mateo 1,18-24: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo».

El tiempo de Adviento presenta a tres personas importantes que desempeñaron un papel clave en el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios: la Virgen María, su Madre, san Juan Bautista, que anunció su venida como Mesías, y san José, que actuó como su padre adoptivo. 

El evangelio de hoy se centra en san José. El evangelista Mateo le presenta un tanto perplejo al saber del embarazo de María en el tiempo de desposorios. José, que era bueno “justo”, es decir, fiel a Dios, decide despedirla en secreto y no denunciarla públicamente para no poner en peligro la vida de María. Entonces acontece la iluminación divina, en el sueño, el ángel del Señor le confirma que cuenta con él para llevar a término el Proyecto de salvación, la virgen y el niño Emmanuel de la promesa (Isaías 7,14) ya tienen rostro y nombre y José obedece a Dios, acogiendo en su casa a María y al niño Emmanuel (Dios-con-nosotros).

José aceptó y obedeció el plan de Dios. También él, como María, su prometida, debió pronunciar en su corazón aquellas palabras de entrega a Dios: «He aquí tu siervo; hágase en mí según tu palabra». 

Los Evangelios no recogen ninguna palabra de san José. Fue un hombre callado que siguió las instrucciones de Dios prontamente, sin vacilar. El Evangelio lo llama «hombre justo y recto». Esto no significa que José no albergara dudas ante la voluntad de Dios. Como María, también él fue un peregrino de la fe. San Juan Pablo II llamaba a María peregrina de la fe, porque buscaba en su corazón obedecer la voluntad de Dios, aunque no pudiera comprenderla. Para María, fue un desafío de toda la vida conocer la voluntad de Dios y cumplirla sin cuestionarla. Del mismo modo, José luchó por comprender la voluntad de Dios y aceptarla con humildad y fe.

La lección del Evangelio es clara. Como la Santísima Virgen María y San José, somos un pueblo peregrino que vive en la fe y la obediencia a la voluntad de Dios. Vivimos seguros de que Dios sabe lo que es mejor para nosotros, aunque a veces nos cueste encontrar sentido a lo que nos sucede. 

Tragedias y calamidades visitan a personas, familias y sociedad, crisis de muchas formas, especialmente las que nos trae la pandemia y ahora la guerra entre naciones afectan significativamente a nuestras vidas, decepciones, dificultades y desesperanza. Pero, como María y San José, necesitamos sentarnos o, mejor aún, reflexionar, para procesar en nuestro corazón y en nuestra mente lo que Dios nos dice en estas situaciones. Creamos que hay un propósito divino en alguna parte. No dudemos que, tras una larga noche oscura, siempre nos espera una mañana luminosa. Algo bueno puede salir de nuestra miseria, pero debemos tener fe y ver las cosas a la luz de Dios. No debemos perder de vista la sabiduría de un Dios amoroso y bondadoso que es nuestro Padre. Mientras atravesamos el mar tenebroso de la vida, dejemos que Dios nos sostenga en sus poderosos brazos. 

Afortunadamente, la vida no es siempre fracasos y penas. Hay muchos momentos agradables y felices, a veces tendemos a contar más las situaciones negativas que nuestras bendiciones. Los cristianos debemos estar agradecidos a Dios y a los hermanos/as por los muchos momentos en los que experimentamos que la vida merece ser vivida, disfrutada y compartida. Si nos sentamos a reflexionar sobre nuestras vidas, descubriremos que el sol ha estado brillando sobre nuestras cabezas, pero tal vez elegimos estar encadenados a nuestra tristeza. 

Por la obediencia de María y José, la Virgen dio a luz un Hijo y lo llamaron Emmanuel, que significa Dios habita entre nosotros, Dios se ha hecho uno de nosotros. La Navidad no terminó cuando Cristo nació hace dos mil años. Continúa cada día, Cristo sigue naciendo en nuestros corazones, en familias, en nuestras comunidades y en nuestro mundo, a través de la fe en Dios y nuestra obediencia a su voluntad y del compromiso con la humanidad. 

¡Feliz Navidad!

H. Cristine Caliguiran, OP

Provincia San Raimundo de Peñafort