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COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

17 agosto, 2021

Josué 24, 1-2ª. 15-17
Salmo 33, 2-3.16-23
Ef 5, 21-32
Juan 6, 60-69

 La confesión de Pedro y la nuestra

 El texto de hoy nos presenta la parte final del Cap. 6 del Evangelio de Juan, la conclusión del Discurso de Jesús sobre el Pan de Vida.

Al comienzo se percibe que el grupo de los discípulos se divide, hay un clima de tensión entre ellos, algunos entraron en crisis y desistieron de seguir al Maestro, pues consideraban que sus palabras eran un escándalo y “un modo muy duro de hablar” por eso lo criticaban y se marcharon; no se sentían capaces de escucharlo, de asumir en sus vidas la Buena Nueva que Jesús anunciaba y las exigencias del seguimiento que les proponía.

Otros discípulos, sin comprender al Maestro, se quedan y Pedro, como líder del grupo, responde a la pregunta formulada por Jesús con una solemne confesión: “¿Señor, a quien iremos?  ¿a quién vamos a acudir?  Tú tienes palabras de vida eterna, nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios”.  Es como si Pedro le dijera, Señor, no queremos seguir a ningún otro, tus palabras transcienden el tiempo y el espacio, pues proceden de Dios y a Él retornan, por eso permanecemos contigo.

Frente a esas dos reacciones de los discípulos, Jesús no minimiza su proyecto, los invita a pensar, a cuestionarse, a plantearse y decidirse. “¿Esto os escandaliza?”

 “¿También vosotros queréis marcharos? “Las Palabras que os he dicho son espíritu y vida”. Con esa pregunta, Jesús demuestra su respeto por la libertad de cada persona y sobre todo, las convicciones de su proyecto: Sus exigencias son innegociables. En una sociedad dominada por el egoísmo, la injusticia, la exclusión… las “palabras duras” son necesarias para desestabilizar el sistema y así seguir construyendo un mundo nuevo repleto de amor, justicia, fraternidad y paz. Jesús concluye su discurso hablándoles de la acción del Espíritu que da vida, que anima en el camino y les invita a creer en El, en su pasión y resurrección pues, según el evangelista Juan, “Jesús sabía que alguno de ellos lo entregaría ”.

Aunque han pasado muchos siglos, la propuesta del seguimiento de Jesús sigue atrayendo y escandalizando a muchos.  Algunas veces nosotras/os entramos en crisis, cuestionamos su modo de actuar y no llegamos a comprender todo lo que contiene su mensaje. No conseguimos traducir en vida lo que creemos con nuestra boca.  Algunos, no soportan su mensaje y las exigencias que conlleva; usando su libertad, desisten y toman otros caminos.  Otros, se dejan conducir por el Espíritu y se fían de las Palabras del Maestro, que son Palabras que nos interpelan, que calientan nuestro corazón, nos animan a seguir adelante, ya que son Palabras de vida eterna.

Con humildad y confianza, -como Pueblo de Dios hoy- decimos: “¡También nosotros serviremos al Señor, Él es nuestro Dios! “(Josué 24, 18) y abriéndonos al misterio que nos abraza (como dice la Carta a los Efesios), nos ponemos a escuchar su voz, que sigue llamándonos, aun conociendo nuestra pequeñez en la respuesta. Afirmamos nuestra fe y nuestro deseo de fidelidad, por eso le decimos, poniendo en Él nuestra confianza: “¡A quién iremos, Señor, ¡si solo Tú tienes Palabras de vida eterna!

Eres Tú quien da sentido a nuestro caminar,
solo Tú eres fiel
y podemos sentir Tú presencia,
caminando con nosotras/os,
solo Tú nos animas a seguir adelante,
solo Tú eres el Santo de Dios.

Hna. Celestina Veloso Freitas

Dominica de la Anunciata