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COMUNIÓN QUE HACE COMUNIDAD

19 agosto, 2021

Todo en la Eucaristía está ordenado a la comunión, y todo en la eucaristía tiene sentido en relación con la comunidad. Hay quien habla de “Misas privadas”. Pero la Misa no es un acto solitario y, en este sentido, siempre es pública; no es un acción individual, porque es un acto comunitario.

En la Eucaristía todo está ordenado a la comunión. En efecto, la eucaristía está para ser comida y bebida: «tomad y comed»; «tomad y bebed». Lo que se come y bebe es el cuerpo de Cristo. Esto significa que quién recibe los signos sacramentales del pan y del vino recibe la misma vida de Cristo, uniéndose con él, disponiéndose así a hacer de su propia vida una vida animada por el mismo espíritu, los mismos sentimientos de Cristo. Quién recibe el sacramento comulga con Cristo, está de acuerdo con él, dispone su mente y su voluntad, su vida toda, en sintonía con Cristo.

La comunión en y con la eucaristía está al servicio de la comunidad y tiene sentido en relación con la comunidad. Y eso desde un doble punto de vista. Quién celebra la eucaristía es la comunidad. La eucaristía es sacramento de la Iglesia, expresa lo que es la Iglesia, una comunidad de hermanos. Sin comunidad no hay eucaristía. No se trata de un rito que pudiera realizarse por creyentes solitarios. Se trata de un acto y una celebración eclesial. Por eso, la liturgia eucarística «habla» siempre en plural: te pedimos, te rogamos, ten misericordia de todos nosotros, nuestro pan… Supone además un permanente diálogo entre el presidente (que representa a Cristo) y la comunidad (que representa al pueblo que acoge y responde a Cristo). El diálogo es siempre comunitario.Martín Gelabert Ballester, OP

Desde otro punto de vista tiene la eucaristía que ver con la comunidad. Pues si en la eucaristía nos unimos profundamente a Cristo, esto se verifica (se hace verdadero) en la fraternidad. Cuanto más se une uno a Cristo, tanto más solidario es. No hay unión con Cristo sin unión con los hermanos. Y el grado de nuestra unión con Cristo se mide por nuestra mayor o menor fraternidad. Se comprende ahora lo que San Pablo dice a los corintios: al comulgar con Cristo, siendo muchos, nos hacemos todos un solo cuerpo, pues todos participamos del mismo pan (1 Co 10,17). De ahí también la condición indispensable para poder recibir la eucaristía que san Pablo recuerda a los corintios: la ausencia de división y los sentimientos fraternos entre los asistentes (1 Co 11, 17 ss). En efecto, sería una contradicción que unos cristianos divididos y en mala relación recibieran el signo sacramental de que forman un solo cuerpo.

Martín Gelabert Ballester, OP

Fuente: nihil obstat