NOTICIAS

EXTRAÑO RESUCITADO

21 abril, 2022

Si lo pensamos bien, Cristo resucitado se comporta de forma muy distinta a como uno lo esperaría. Siguiendo la lógica humana, si Cristo resucitado hubiera querido dejar claro su poder y el tremendo error que sus enemigos habían cometido, se hubiera aparecido a las autoridades judías y romanas, al Sumo sacerdote, a Poncio Pilato y el emperador de Roma, y lo hubiera hecho de forma espectacular, dejando claro todo su poder y grandeza. Pero no hace nada de eso. Solo deja que le vean sus amigos, e incluso a sus amigos se les aparece bajo formas ambiguas, hasta el punto de que algunos dudaron y otros creyeron ver un fantasma. Cristo mismo lo había anunciado a los suyos: “dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros sí me veréis”. El mundo no puede ver a Cristo resucitado, porque solo con los ojos de la fe se le puede ver. Jesús de Nazaret siempre respetó la libertad de las personas y, una vez resucitado, la respeta todavía más, si cabe hablar así.

Por otra parte, si a un gran novelista o a un gran escritor se le pidiera que inventase la historia de un resucitado, “habría descrito a un superhombre que realiza actos espectaculares, que hipnotiza a las masas, que levanta montañas con un dedo. Nada de eso hay en los Evangelios”, como bien nota Fabrice Hadjadj. Ya el tentador pretendió que Jesús de Nazaret manifestara que era “el Hijo de Dios” por medio del poder, el prestigio y la ostentación, convirtiendo piedras en pan, lanzándose desde lo alto del templo o sometiendo todos los reinos de la tierra. Pero Jesús de Nazaret no hizo nada de todo esto, porque su misión se realizaba siguiendo los caminos de Dios, que no son los del poder, sino los de la pobreza.

Jesús, en su vida terrena y una vez resucitado, siempre respeta la libertad, nunca se impone. Jesús resucitado realiza los actos más sencillos: en la orilla del lago prepara una comida para sus discípulos y comenta para ellos las Escrituras. Ahí está la prueba de que el resucitado es verdaderamente divino y no una proyección de nuestro orgullo y nuestra vanidad. Jesús resucitado sigue manifestando su divinidad con gestos muy humanos. Porque lo humano es divino. No nos hacemos divinos cuando nos convertimos en un ciborg de gran potencia o cuando queremos huir de lo humano, sino cuando revestimos de amor las cosas más ordinarias, la mesa del comedor, el cuidado del enfermo, la atención al huérfano y al extranjero.

Martín Gelabert Ballester, OP

Fuente: nihilobstad