La celebración más importante en el Año Litúrgico es, naturalmente, la Pascua. El misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección del Señor se celebra en el Santo Triduo Pascual, cuyo momento culminante es la Vigilia Pascual en la noche santa. Esta celebración, sin embargo, no tiene una fecha fija, como sí sucede con la Navidad, que siempre se celebra en la fecha establecida del 25 de diciembre. ¿Por qué es así?
Los primeros cristianos establecieron la celebración anual de la Pascua en relación a la Pascua Judía, que se celebra el 14 del mes de Nisán en el calendario hebreo. Este calendario es lunar, con meses de treinta días, y por ello no corresponde con nuestro calendario, que es solar. El 14 de Nisán, que coincide con la primera luna llena de primavera, puede caer entre los meses de marzo y abril. Después de una controversia inicial se estableció que la Pascua se celebrase en domingo, y no en el día en que cayese el 14 de Nisán. Por tanto, se celebra la Pascua de Resurrección en el domingo posterior a la primera luna llena de primavera.
A partir de la fecha de la Pascua se establecen todas las fechas de las celebraciones que dependen de ella: de miércoles de ceniza a Pentecostés.
Fuente: CEE