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¿VIRTUAL? ¡PRESENCIAL!

22 septiembre, 2021

Parece que la pandemia está siendo controlada. Eso favorece que muchas tareas que se desarrollaban on-line sean presenciales. La presencialidad tiene mucho que ver con la buena relación. Abusar del chat o pasarse el día pegado al teléfono móvil, no ayuda a establecer una verdadera comunicación personal. Eso dejando aparte que hay encuentros engañosos o peligrosos a través de medios telemáticos, sobre todo cuando no sabes realmente con quién estás hablando. Lo que se ve a través de una pantalla nunca es de fiar. A veces vemos lo que otros quieren que veamos. Yo mismo he tenido que dar clases telemáticamente. En algún momento he sospechado que algún alumno dejaba una imagen en la pantalla y prescindía de la clase. Una vez pregunté por qué motivo, donde debía aparecer una cara, aparecía un recuadro en negro, y se me contestó que se debía a la debilidad del wifi que permitía escuchar el sonido, pero no ver la imagen.

Durante este tiempo de pandemia se han transmitido eucaristías por internet. Ha sido una buena solución ante una situación imprevista, pero ahora corremos el riesgo de pensar que esa es una buena participación en la eucaristía. Y no es así. La eucaristía requiere una comunidad. Cierto, la comunidad virtual puede ser una solución de emergencia, pero no es la solución ideal. Por eso, importa insistir en la dimensión fraterna y comunitaria de la celebración y dejar claro que la comunidad se construye desde el encuentro personal, en el que es posible verse cara a cara y hasta tocarse.

Los espacios de comunicación se están volviendo cada vez más virtuales. Pero lo virtual no nos inmuta, no despierta el amor ni la compasión. No es lo mismo ver imágenes de pateras que llegan a nuestras costas o imágenes de haitianos bloqueados frente a la frontera con Estados Unidos, que conocer personalmente a esas personas o, incluso sin conocerlas, estar a su lado, pudiendo tocarlas, sentirlas, olerlas y oírlas. Eso dejando aparte que en las pantallas nos suelen enseñar las imágenes que el poder de turno quiere que veamos.

La virtualidad nos hace perder capacidad de empatía y de conocimiento directo de las cosas. Si no vemos al otro, es mucho más fácil ignorar su dolor. Por eso es importante acercarse a las personas, mantener con ellas un diálogo constructivo y sosegado, mirarlas a los ojos, cara a cara. Si logramos eso, seguro que nuestra opinión será otra que si sólo las vemos en una pantalla.

Dígase lo mismo de las opiniones que nos hacemos a partir de los intereses de los políticos de turno. Recientemente, los presidentes de México y Cuba tuvieron algunas palabras negativas contra los españoles. Es posible utilizar la historia para decir cualquier cosa y fomentar el odio y la desconfianza. Pero cuando conoces a un mejicano o a un cubano personalmente, eso que dicen los políticos se reduce a nada. Yo he conocido a muchos y con ninguno, con ninguno, he tenido la sensación de ser mal mirado o mal considerado. El cara a cara nos acerca y nos iguala.

Martín Gelabert Ballester, OP

Fuente: nihilobstat