Queridas Hermanas, y todos los amigos y amigas de la Anunciata:

Con alegría en nombre del Equipo de “Testigos de la Luz”, compartimos con ustedes el nuevo número de “TESTIGOS DE LA LUZ”:

LA ALEGRÍA DE DAR

Hay una anécdota muy simpática en la vida de San Francisco Coll. Después de que las leyes expulsaran a los frailes de los conventos, Francisco había buscado refugio por un tiempo en la casa de sus amigos, la familia Coma de la casa de campo de Puigseslloses. Allí terminó sus estudios y fue ordenado sacerdote, pero pasaba el tiempo y debido a una mezcla de timidez y agradecimiento a la familia que lo acogía, el joven sacerdote no encontraba la manera de expresar su deseo de marchar para consagrar todas sus fuerzas al trabajo apostólico. Una de las primeras hermanas nos cuenta la situación, la forma que encontró de resolverla con la creatividad que nace del amor.