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RETIRO DE ABRIL: ORAR ES ANDAR CON DIOS

3 abril, 2024

La Biblia es la historia de una larga relación, del ser humano con Dios o mejor de un Dios que se mete en la historia temporal del hombre y camina con él. El culmen de este proyecto de Dios es el misterio de la Anunciación cuando Dios nos comunica que ha  elegido una mujer y se ha hecho carne  en ella. En ese momento, Jesús, el Cristo,  pasa su brazo por encima del hombro de la humanidad y acompasa su paso con el nuestro.

El libro de los salmos es la vida del pueblo hecha oración. En el salmo 114, se presenta el camino  como imagen de la vida que la humanidad y cada hombre, cada mujer  debe recorrer. El salmista canta: “Caminaré en presencia del Señor “y esto ¿qué significa? ¿Qué quiere decir “andar en la presencia de Dios”?

Este es un salmo de consuelo y aliento. La frase que se canta como respuesta: “Caminaré en presencia del Señor”, podría ser un hermoso lema para cada día. No es lo mismo vivir ignorando a Dios, inmersos en las preocupaciones de la vida cotidiana, que ser consciente de que cada paso que damos, cada segundo de nuestra vida que se desliza, transcurre ante la mirada de Alguien que nos contempla con amor.

Brian Pierce o.p. en su libro Caminando Juntos dice “Como espirituales del siglo XXI, nosotros, al igual que nuestros antepasados,  estamos transitando un camino, un camino que se despliega paso a paso. La práctica  de la conciencia plena nos enseña a saborear cada paso, vivir el momento presente en toda su plenitud conscientes de que el Reino es ahora o nunca”. Algunas veces el camino (espiritual) puede resultarnos un tanto oscuro o  podremos preguntarnos, si estamos en la dirección correcta. Como dice Merton en su oración a Dios: “Siempre confiaré en ti aunque parezca perdido”. (Cfr. Caminando Juntos. Brian Pierce.O.P. Ed. Bonum. Bs.As. 2007  p.327)

El salmo relata una serie de circunstancias adversas. Ya sea por acontecimientos externos, o porque dentro de nosotros mismos descubrimos abismos (valles tenebrosos). Sin dramatizar, ¿quién no se ha sentido atrapado, angustiado, caído y envuelto «en redes de muerte»?

El salmo 114 es una llamada a la esperanza y a confiar en Dios, teniéndolo siempre presente en nuestra vida. Vivir conscientes de la presencia del Señor ha sido una constante en la vida de los santos. Y ese «país de la vida» es una hermosa expresión que no significa otra cosa que una existencia densa y llena de sentido, porque sabemos que Dios la ha querido y la ama.

Orar es andar en la presencia de Dios. Es animarse a seguir, a caminar aunque no se  vea una huella firme. A lo mejor al  mirar la ruta  no se ve el trillo. Dios pide confianza, poner en Él la seguridad. Animarse  a dar el paso, a apoyar el pie sin ver la tierra firme, sin ver la huella segura a seguir. La imagen de la vida espiritual como una ruta que se despliega a medida que la transitamos, es una invitación a vivir la vida con una profunda confianza. Vivimos en una época en la cual la seguridad tanto personal como nacional se ha convertido en una especie de idolatría, adoramos todo lo que nos haga sentir seguros. Abrazar la vida con el espíritu de un itinerante que camina un día a la vez, completamente inmerso en el momento presente, sin necesidad de asegurarse el futuro, es vivir con libertad. Esto va de la mano con el planteo de presencia de Dios y de oración. Para hablar en términos actuales podría decirse: “andar la vida en modo oración” poder caminar mientras hablo de amistad con quien sé que me ama, diría Santa Teresa. Entonces mi andar será firme, seguro, “sé de quién me he fiado” dirá Pablo.  Estoy en su presencia, aunque cruce oscuras quebradas y tenebrosos valles dirá el Salmo 22. El creyente podrá vivir en confianza el momento presente y también puede confiar a su Dios el futuro.

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