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LA «MAGIA» DE LA EDUCACION

19 septiembre, 2019

Cuando Pedro Mezonzo, el obispo de Santiago de Compostela en el año 1000, mandó reconstruir el templo de la ciudad destruido por el rey Almanzor, soñó con un espacio bello y grande que ofrecer a los peregrinos que comenzaban a afluir numerosos a la capital gallega. Su sueño comenzó a materializarse en el 1003. Pero nunca llegó a ver acabado el templo románico inaugurado en el 1075, ni las ampliaciones del arzobispo Gelmírez en el siglo XII, época en la que se terminó el Pórtico de la Gloria. Y ni Pedro Mezonzo ni Diego Gelmírez llegaron a ver las magníficas torres del siglo XIV, ni la decoración barroca del interior del siglo XVII, ni la fachada del Obradoiro, terminada de construir en 1750. Pero a pesar de que sabían que no conocerían el resultado final, aquellos obispos pusieron en marcha su sueño con firmeza, miradas de artistas aportaron su arte a lo largo de los años, decenas de arquitectos trabajaron en diversas épocas, artesanos y canteros trabajaron durante siglos, con plena pasión, para que una obra que comenzó antes del año 1000 pudiese terminarse en 1750. Unos lo soñaron y empezaron a trabajar con pasión. Y, por ese sueño, lo que no existía, comenzó a existir y hoy nos asombra a todos.

Precisamente esta es la obra de orfebrería humana a la que está llamado el maestro: a soñar con lo que todavía no existe, lanzarse con toda la vida al encuentro de otros, y aportar su vida para que otras personas sean plenamente quienes están llamadas a ser. Tarea entusiasmante y de largo alcance. El maestro es un soñador, cuyos sueños se plasman en acontecimientos y encuentros que asombran, nos encantan y nos llaman la atención. En este sentido decimos que estos maestros logran algo ‘’mágico” a su alrededor y con sus alumnos. El maestro, al igual que aquellos obispos, arquitectos y canteros, es quien se entrega, año tras año, a promover que otros construyan su vida, construyendo de este modo la suya propia.

Para ello, resulta imprescindible que el educador o maestro tome conciencia de que su actividad va mucho más allá de transmitir información, cumplir con un currículum o entrenar inteligencias. Ser maestro significa responder a una misión. Y esta misión supone tareas que jamás podrán llevar a cabo las nuevas tecnologías: un encuentro de corazón a corazón con el alumno, su escucha, el diálogo con él o promover en el alumno la búsqueda de la verdad.

Pero, si además, el docente es cristiano, cuenta con un referente excepcional: Jesucristo, a quien sus más allegados seguidores llamaban `Rabbi´ o `Rabboni´, que significa `maestro´. ¿Qué significa ser `maestro´ en el sentido cristiano? Ser testigo de la verdad y tener una palabra que ilumine la vida de otros. Pero, además, acompañar al discípulo, salir a su encuentro. El Maestro provocaba no solo la transformación de la mente de aquel que se encontraba con él (`metanoia´) sino, sobre todo, la transformación del corazón, de la vida (`metacardia´). Y llevaba a cabo esto, recordemos el pasaje de Emaús, con tareas propias de maestro: salir al encuentro, escuchar, preguntar, hacer un signo y dejar ser al otro.

Este mismo es el milagro, real y profundo, al que está llamado el maestro cristiano: provocar una metacardia saliendo al encuentro del alumno, tomándole sobre sí, escuchándole, preguntándole para que busque la verdad por sí mismo y haciendo signos que promuevan un despertar. De esta manera, el maestro educa para la vida y para la Vida.

Esta es, justo, la `magia y el milagro que encierran la educación. Lo mágico es lo contrario de lo mecánico. Frente a la monotonía mecánica del día a día, la educación supone un acontecimiento cada día, algo mágico. Ocurre algo mágico cuando ocurre lo inesperado, lo inédito, lo no previsto. Y esto es lo que puede ocurrir y ocurre cada día en que el maestro se encuentra, en el aula, en el patio, en el pasillo, en el despacho, con este compañero, con este alumno o con estos padre o madre. Algo mágico ocurre en su vida cuando quien enseña es consciente de sí, de su misión, y de que cada día es único, como lo son cada persona y el encuentro con cada una de ellas.

Xosé Manuel Domínguez Prieto

Ponente del XV Congreso de Escuelas Católicas “#Magister. Educar para dar Vida”

Fuente de la noticia: Blog de Escuelas Católicas