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EL PADRE COLL Y LAS PERIFERIAS

26 mayo, 2022

El Papa Francisco insta permanentemente a la Iglesia a «salir a las periferias», no acomodarse, buscar a Jesús en los necesitados, estar en actitud de permanente «salida misionera». Pero este no es un tema que comience en el siglo XXI, más bien es una llamada a la Iglesia que llega desde el mismo Evangelio. Así lo percibió y vivió también, con mucha claridad, el Padre Coll y así lo quiso infundir en las Hermanas y en su labor educativa desde el inicio. Esto leemos en el Compendio de Historia de la Congregación de HH. Dominicas de la Anunciata:

El Padre Coll desde los orígenes de la Congregación se preocupó de la formación de las hermanas y las orientó en las primeras fundaciones, señalando con claridad su finalidad y razón de ser:

«[…] esta Congregación había sido fundada para ir a distribuir el pan de la educación principalmente en los pueblos medianos y pequeños que no tienen proporción para enviar sus hijas a otros colegios…» (Testimonios, p. 345).

Para esto las hermanas, debían distinguirse por el trato asiduo de la Palabra de Dios en el silencio de la contemplación, el cultivo de las ciencias humanas y la sensibilidad hacia la realidad social en la que debían ejercer su misión.

El P. Coll promovió la presencia de sus religiosas en escuelas públicas, debiendo estas ganar por concurso las plazas. Podían así ejercer una acción en los pueblos a través de una enseñanza gratuita, accesible a las familias más humildes […] Aceptó también algunos hospitales, en casos excepcionales por encargo municipal. Casi siempre se trataba de fundaciones mixtas de escuela-hospital; pero éstos últimos eran pequeños.

Eran objeto de su predilección aquellas poblaciones que se caracterizaban por la sencillez de sus habitantes y el abandono en que, por parte de las autoridades, se encontraba la enseñanza. La preferencia del P. Coll por los pueblos rurales en los que no estaba atendida la educación de las niñas está bien expresada por Lesmes Alcalde en la Crónica. Señala que el Fundador de La Anunciata:

«[…] quiso que las Hermanas fueran útiles para todas las clases sociales, pero de un modo especial para las más necesitadas, es decir para las clases rurales. Por eso, aunque se le ofrecieran muchas ocasiones para establecer Hermanas en ciudades y villas de nombradía, prefirió las poblaciones de menos lustre ante las gentes, pero de grande estima ante los ojos de Dios. Recordaba, al efecto, que las ciudades y villas importantes tenían sobrados elementos de educación y moralización, que mayor fruto podrían hacer las hermanas en el terreno virgen e inculto de las poblaciones de segundo y tercer orden que en estos terrenos explotados de las poblaciones grandes» (Crónicas, T.I., p. 159)

Él imprimiría a su fundación una característica peculiar que pone de manifiesto en la carta que escribe a la Reina Isabel II. En ella le expone que él mismo veía:

«[…] con dolor de su corazón que muchos padres que viven en las poblaciones, aldeas y casas de campo no podían llevar a sus hijas a los colegios de la ciudad por su pobreza y otras causas que son de todos bien conocidas y por lo tanto aquellas pobres niñas quedaban privadas de esta instrucción tan deseada. A fin de remediar este perjuicio puso el suplicante otro colegio de Terciarias[…] y estas Terciarias de dos a dos o más van a todas las poblaciones que las piden, aunque sean lugares de los más insignificantes» (Testimonios, p. 549-550).

No obstante la indiscutible preferencia que el P. Coll tiene por los pueblos pequeños en los que crece admirablemente la presencia de sus religiosas, se hace también patente su sensibilidad de apóstol cuando advierte la miseria moral y religiosa  en las que quedan sumidas las poblaciones más grandes durante los años conflictivos de la década de los sesenta. Así se abre a establecer hermanas en la populosa Barcelona.[1]

Extractos del Compendio de Historia de la Congregación, pp 25-26 y 38-41

San Francisco Coll: danos siempre la fuerza que necesitamos para salir de comodidades y zonas de confort, buscando siempre servir a tus preferidos en las periferias de hoy: los niños y niñas, los jóvenes, los pobres, los que no acceden a la educación, los que están solos o tristes, los que necesitan esperanza, los que buscan un sentido, los que tienen sed de la Palabra, los que no conocen a Jesús. Amén.

[1] Podemos establecer un paralelo con lo que el Papa Francisco llama periferias existenciales, que van más allá de lo geográfico o económico. Atento a las necesidades reales, especialmente a la situación de los obreros y sus familias, el Padre Coll accede a fundar en Barcelona, cosa que antes había evitado para privilegiar a los pueblos pequeños.