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CONTEMPLAR EL EVANGELIO DE HOY

29 noviembre, 2010

Con sólo un click puedes leer el evangelio del día, el que propone la Iglesia para la Liturgia de la Eucaristía. Tienes posibilidad de escucharlo. Acompaña al texto un breve comentario sobre dicho evangelio.

Cada día despertamos a la vida y es posible que sintamos la necesidad de entrar en contacto con Dios, dador de Vida y, es posible, también que «contactemos» con Jesús, maestro para nuestra vida diaria, el guía en nuestro trabajo, en la familia, en el estudio, en la relación con los demás, en la entrega a la misión. Entrar en contacto con Jesús nos lleva a hacer oración, escuchar su Palabra, vivir sus actitudes.

Tenemos la posibilidad de entrar en contacto con la Palabra de Dios, con la vida y con los hechos de Jesús presentados en el Evangelio.

Se han entresacado unos números de la Exhortación apostólica VERBUM DOMINI del Papa Benedicto XVI, documento surgido del Sínodo de Obispos sobre la Palabra. Nos pueden ayudar para comprender la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida.

Dios escucha al hombre y responde a sus interrogantes

23. En este diálogo con Dios nos comprendemos a nosotros mismos y encontramos respuesta a las cuestiones más profundas que anidan en nuestro corazón. La Palabra de Dios, en efecto, no se contrapone al hombre, ni acalla sus deseos auténticos, sino que más bien los ilumina, purificándolos y perfeccionándolos. Qué importante es descubrir en la actualidad que sólo Dios responde a la sed que hay en el corazón de todo ser humano. En nuestra época se ha difundido lamentablemente, sobre todo en Occidente, la idea de que Dios es extraño a la vida y a los problemas del hombre y, más aún, de que su presencia puede ser incluso una amenaza para su autonomía. En realidad, toda la economía de la salvación nos muestra que Dios habla e interviene en la historia en favor del hombre y de su salvación integral. Por tanto, es decisivo desde el punto de vista pastoral mostrar la capacidad que tiene la Palabra de Dios para dialogar con los problemas que el hombre ha de afrontar en la vida cotidiana. Jesús se presenta precisamente como Aquel que ha venido para que tengamos vida en abundancia (cf. Jn 10,10). Por eso, debemos hacer cualquier esfuerzo para mostrar la Palabra de Dios como una apertura a los propios problemas, una respuesta a nuestros interrogantes, un ensanchamiento de los propios valores y, a la vez, como una satisfacción de las propias aspiraciones.

Palabra de Dios y medios de comunicación social

113. A la relación entre Palabra de Dios y culturas se corresponde la importancia de emplear con atención e inteligencia los medios de comunicación social, antiguos y nuevos. Los Padres sinodales han recomendado un conocimiento apropiado de estos instrumentos, poniendo atención a su rápido desarrollo y alto grado de interacción, así como a invertir más energías en adquirir competencia en los diversos sectores, particularmente en los llamados new media como, por ejemplo, internet.

Existe ya una presencia significativa por parte de la Iglesia en el mundo de la comunicación de masas, y también el Magisterio eclesial se ha expresado más de una vez sobre este tema a partir del Concilio Vaticano II. La adquisición de nuevos métodos para transmitir el mensaje evangélico forma parte del constante impulso evangelizadora de los creyentes, y la comunicación se extiende hoy como una red que abarca todo el globo, de modo que el requerimiento de Cristo adquiere un nuevo sentido: « Lo que yo os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea » (Mt 10,27). La Palabra divina debe llegar no sólo a través del lenguaje escrito, sino también mediante las otras formas de comunicación. Por eso, junto a los Padres sinodales, deseo agradecer a los católicos que, con competencia, están comprometidos en una presencia significativa en el mundo de los medios de comunicación, animándolos a la vez a un esfuerzo más amplio y cualificado.

Entre las nuevas formas de comunicación de masas, hoy se reconoce un papel creciente a internet, que representa un nuevo foro para hacer resonar el Evangelio, pero conscientes de que el mundo virtual nunca podrá reemplazar al mundo real, y que la evangelización podrá aprovechar la realidad virtual que ofrecen los new media para establecer relaciones significativas sólo si llega al contacto personal, que sigue siendo insustituible. En el mundo de internet, que permite que millones y millones de imágenes aparezcan en un número incontable de pantallas de todo el mundo, deberá aparecer el rostro de Cristo y oírse su voz, porque « si no hay lugar para Cristo, tampoco hay lugar para el hombre».

La Palabra y la alegría

123. Cuanto más sepamos ponernos a disposición de la Palabra divina, tanto más podremos constatar que el misterio de Pentecostés está vivo también hoy en la Iglesia de Dios. El Espíritu del Señor sigue derramando sus dones sobre la Iglesia para que seamos guiados a la verdad plena, desvelándonos el sentido de las Escrituras y haciéndonos anunciadores creíbles de la Palabra de salvación en el mundo. Volvemos así a la Primera carta de san Juan. En la Palabra de Dios, también nosotros hemos oído, visto y tocado el Verbo de la Vida. Por gracia, hemos recibido el anuncio de que la vida eterna se ha manifestado, de modo que ahora reconocemos estar en comunión unos con otros, con quienes nos han precedido en el signo de la fe y con todos los que, diseminados por el mundo, escuchan la Palabra, celebran la Eucaristía y dan testimonio de la caridad. La comunicación de este anuncio -nos recuerda el apóstol Juan- se nos ha dado « para que nuestra alegría sea completa» (1 Jn 1,4).

La Asamblea sinodal nos ha permitido experimentar también lo que dice el mensaje joánico: el anuncio de la Palabra crea comunión y es fuente de alegría. Una alegría profunda que brota del corazón mismo de la vida trinitaria y que se nos comunica en el Hijo. Una alegría que es un don inefable que el mundo no puede dar. Se pueden organizar fiestas, pero no la alegría. Según la Escritura, la alegría es fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22), que nos permite entrar en la Palabra y hacer que la Palabra divina entre en nosotros trayendo frutos de vida eterna. Al anunciar con la fuerza del Espíritu Santo la Palabra de Dios, queremos también comunicar la fuente de la verdadera alegría, no de una alegría superficial y efímera, sino de aquella que brota del ser conscientes de que sólo el Señor Jesús tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6,68).