NOTICIAS

COMENTARIO DEL EVANGELIO – I DOMINGO DE ADVIENTO CICLO B 2023

28 noviembre, 2023

(Isaías 63, 16b-17.19b.64, 2b-7-Marco 13,33-37)

Primer domingo de Adviento. El día 3 de diciembre empezamos el año litúrgico del ciclo B Un nuevo año para los cristianos.

Ha ser un tiempo de esperanza que nos haga revivir lo que ocurrió hace más de dos mil años, cuando «se cumplió el tiempo señalado» y el Hijo de Dios se hizo hombre, para compartir nuestra vida.

No sabemos exactamente qué aportará a nuestra vida este nuevo año litúrgico que comenzamos. Pero algo sí sabemos con toda certeza: que pase lo que pase, el Señor hará camino a nuestro lado. Su ayuda y su cariño no nos fallarán nunca, porque, tal y como nos ha recordado el profeta Isaías, Él es nuestro Padre y «nosotros somos la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tus manos».

Tal vez sí que pasaremos momentos grises, como si Dios nos escondiera su mirada. Pero sabemos que, gracias a Jesús, los cielos no están cerrados, sino abiertos.  Porque un día se rasgaron y, desde entonces, su salvación se hace presente cada día en nuestra vida. Nunca estamos solos. Esto ha de darnos confianza.

Por eso Jesús, en el evangelio de hoy, nos ha dicho: «Estad atentos, velad. No sabéis cuándo vendrá el tiempo decisivo». Los momentos «decisivos» son los que determinan nuestro futuro. Y cada momento de nuestra vida, puede ser ese «tiempo decisivo» que dice Jesús.

El contacto con Jesús, con su luz, con su cariño y con su fuerza, pueden ser decisivos en la orientación que tome nuestra vida. Debemos buscar este contacto. Y a Jesús lo podemos encontrar en todas partes: en la oración, en la eucaristía, en el fondo del corazón, en el hermano necesitado… Lo que hace falta es saber descubrirlo. Hemos de estar muy atentos para no dejar escapar una oportunidad que quizás no vuelva a presentarse nunca más. Porque cada momento de nuestra vida es irrepetible.

Adviento -que es una palabra que significa «venida»- nos recuerda que Jesús vino en la humildad de Belén y que un día volverá glorioso al final de los tiempos. Entre estos dos momentos, transcurre nuestra vida, donde Él está siempre presente, sobre todo con su cariño. Nunca nos deja solos.

Pero hay otra venida del Señor, que con demasiada frecuencia olvidamos: la que Él realiza a través de cada persona, sirviéndose de nosotros.  Por eso, el Adviento debe ser también el momento de renovar, como creyentes, el compromiso de hacer presente a Jesús en medio del mundo. Es una tarea irrenunciable que tenemos especialmente encomendada. Cualquier gesto de solidaridad, de amistad sincera, es signo de la bondad de Dios, de la presencia de Jesús aquí en la tierra. Cada uno de nosotros debe ser «Adviento»: presencia de Cristo en medio del mundo.

Estemos atentos a la Palabra de Dios, porque esta Palabra desvela lo mejor que hay en nuestros corazones. Desvela incluso sueños que eran inoperantes porque habían quedado enterrados bajo el polvo de la rutina, y que ahora, oyendo esta Palabra, vuelven a revivir.

Y esto nos rejuvenece y hace renacer en nosotros el deseo de vivir haciendo el bien, amando y, en estos tiempos tan convulsos, siendo portadores de paz. Es el mejor testimonio que podemos dar.

H. María Asunción Mitjans