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COMENTARIO AL XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A 2023

24 octubre, 2023

 «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «»Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma, con todo tu ser.»
Este mandamiento es el principal y primero.
El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» 
Mt. 22, 34 – 40

El Evangelio de este domingo es una invitación a recuperar nuestra esencia, está demostrado que sin el amor nada somos (1 Cor. 13); el hombre puede tener bienes, éxitos y todo tipo de progreso, pero nada de ello satisface esta necesidad primordial, todos necesitamos amar y sentirnos amados.

Vivimos en un mundo convulsionado, donde la apariencia maquilla el amor; por desgracia caminamos perdidos sin rumbo y dirección, vivimos las secuelas de la guerra, el hambre, la injusticia, la soledad que ha hecho tantos estragos dejando al hombre y a la mujer tan vacíos que nos incapacita para ver el dolor ajeno. La palabra sacrificio nos espanta, todos queremos vivir cómodamente sin complicarnos la vida. El amor exige renuncias, el amor no busca protagonismos ni excusa para hacer el bien, el amor es una deuda de toda la humanidad y esta debe ser saldada para que todos vivamos liberados y sanados.

Si somos capaces de ver la luz interior, tendremos la oportunidad de transformar la historia de la humanidad porque sabemos que para Dios no es un imposible, nos ha dotado para ello, y tendremos que afianzar nuestros pies para caminar seguros sin temores, convencidos que hay más bien que mal en el mundo. Cada uno desde sus posibilidades debemos sembrar el amor que Dios nos dio y desterrar los odios y las venganzas que afectan el corazón del hombre – mujer.

El deber de todo cristiano es el amor, fuera de esto no hay excusas; Dios nos pide amar porque Él es amor y en el amor no cabe la mentira, el odio, el rencor, la venganza, el resentimiento…

En su Palabra, Jesús insiste en que debemos de amar como él nos amó y para poder amar de esta manera se necesita sabernos amados; Él nos lo dijo con palabra y acciones, habló del amor y vivió en el amor hasta el extremo. Por eso él es nuestro referente.

Este amor que nos pide Jesús no está basado en un romanticismo barato, superfluo, sino que tiene sus raíces en un amor más grande que debemos descubrir cada persona dentro de nosotros mismos, porque fue grabado en lo más profundo de nuestro ser, lo experimentamos en nuestras ganas de felicidad, en la sed de justicia, de paz y bienestar total. No hay ser humano que no necesite sentirse amado.

Cuando nos abrimos al amor de ese Dios que nos ha amado desde las entrañas maternas, viene otra exigencia fundamental, abrirnos al misterio del otro. El ser humano no puede y no debe vivir al margen de sí mismo, somos seres sociales que necesitamos de los demás y en esa reciprocidad compartimos lo que somos y lo que queremos.

Pidamos a Jesús nos ayude a encontrarnos con nosotras mismas, que amemos nuestra miseria, nuestro dolor, nuestras heridas, nuestra soledad y que descubramos que tenemos un Dios amor que nos habita y nos comparte ese amor para que seamos capaces de transformarnos y reinventarnos.  Recordemos que “el amor no es lo opuesto al odio, sino a la indiferencia”, ¡Amemos sin miedos!

Hna. Marcia Reyes

Provincia «San Martín»