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COMENTARIO AL EVANGELIO XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

18 julio, 2023

Mateo 13,24-30 “El trigo y la cizaña”

En el Evangelio de este domingo, Jesús nos revela el misterio del Reino de Dios mediante la parábola del trigo y la cizaña. En esta parábola, el Reino de los Cielos se compara con las semillas buenas que el Señor sembró en el campo. Y el reino del maligno se compara con la cizaña sembrada en el mismo campo por el diablo.

El campo del mundo fue creado para la vida, no para la cizaña del pecado y la muerte. Debía producir una buena cosecha, la cosecha que lleva a la vida. La parábola explica el complejo problema de la existencia del mal en el mundo y por qué Dios lo permite. En verdad, Dios respeta el don de la libertad concedido a todos los seres humanos, aunque se abusó de este don de la libertad y por eso se introdujo el mal en el mundo. Además, Dios es siempre paciente y espera que el pecador se arrepienta y vuelva a Él. Además, mediante su providencia, gobierna todas las cosas y las atrae hacia sí.

Con el paso del tiempo, el trigo crece. Al mismo tiempo, la cizaña también crece entre el trigo. El hecho es el siguiente: el dueño y sus siervos tienen actitudes diferentes. Los criados quieren arrancar la cizaña inmediatamente. Sin embargo, la preocupación del dueño es la vida del trigo; dice: «No, porque cuando arranquéis la cizaña, podríais arrancar con ella el trigo». Con esta imagen, Jesús nos dice que en este mundo, el bien y el mal están entrelazados, por lo que es imposible separar y destruir todo el mal. Esto sólo es obra de Dios. Sólo Dios puede hacerlo. Y lo hará en el Último Día, el Día del Juicio.

La primera lectura del Libro de la Sabiduría nos prepara, especialmente en el contexto de la parábola. A pesar de las acciones injustas y malvadas del mundo, el Libro de la Sabiduría afirma el poder, la justicia y la misericordia de Dios. Dios, que gobierna todas las cosas con justicia, castigará a los injustos. Manifestará su fuerza cuando la humanidad dude de la plenitud y perfección de su poder. Dará esperanza al pecador y concederá tiempo para el arrepentimiento. Finalmente, juzgará con misericordia y, con gran paciencia, nos gobernará.

En el mundo actual, en cada comunidad, sociedad e Iglesia, hay semillas buenas y malas. El mundo es un campo de batalla en el que tiene lugar el difícil ejercicio del discernimiento entre el bien y el mal. En este mundo, todos debemos desear y tomar la decisión de ser la buena semilla y ayudar a los demás a serlo. Todos lo deseamos de todo corazón y con todas nuestras fuerzas y, por eso, tratamos de alejarnos del Maligno y de sus tentaciones.

Este es un gran esfuerzo que muchas personas han realizado en los últimos tiempos. Mucha gente se levanta valientemente para proteger la vida de los no nacidos, de los enfermos y de los vulnerables que no pueden defenderse. Se trata de levantarse contra el Aborto y la Eutanasia. Nosotros, los bautizados, debemos estar siempre dispuestos a custodiar la gracia que se nos concedió el día de nuestro bautismo, seguir alimentando nuestra fe en el Señor mediante los Sacramentos, especialmente la Eucaristía, y evitar que el mal arraigue en nuestras mentes, corazones y vidas.

Que nuestra vida sea como el trigo, que se sostiene y se alimenta de la gracia de Dios. Al final de los tiempos, nosotros, los hijos de la justicia y los hijos de la luz, brillaremos como el sol en el reino celestial.

Hna. María Duyen