«Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo» (Mt.2, 13b)

Luego de la partida de los magos de Oriente, la vida de la Sagrada Familia tuvo que atravesar, necesariamente, nuevas situaciones de incertidumbre, períodos de inestabilidad y desconcierto. La prescindencia de vínculos cercanos, el desarraigo, la soledad, fueron realidades vivenciadas que, lejos de deteriorar los lazos, fueron cimentando una convivencia de dimensiones complejas, pero siempre, embebida de la “Alegría del Amor” que sostiene y mitiga el dolor.

Jesús, María y José fueron “amasando” una particular constelación familiar, resistente y resiliente, sustentada en la FIDELIDAD al PROYECTO DE DIOS. De este modo, la conflictiva cotidiana aparecía como punto de partida para alcanzar su transformación en VIDA gracias a la Oración confiada y al Servicio desinteresado al prójimo.

Esta Familia, nuestra Sagrada Familia, fue dando pasos siempre firmes en el cumplimiento de su MISIÓN, con la asistencia permanente del Espíritu de Dios que animaba y orientaba las decisiones. Familia atenta a los acontecimientos y a la voluntad del Padre que, como dice San Pablo: “… Dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes Él ha escogido y llamado.» (Rom. 8, 28)

Sin lugar a dudas, esos escenarios vividos hace más de dos mil años siguen teniendo lugar en muchos hogares de variadas latitudes de nuestro planeta; hoy, tenemos familias que, en más de una ocasión, se ven sacudidas por serios contratiempos y que, a pesar de los denodados esfuerzos por superarlos, no consiguen resultados alentadores. Ni hablar de las consecuencias que dejan las guerras, las migraciones forzosas, los desastres naturales – a causa de la explotación indiscriminada de los recursos de nuestra Tierra, la falta de sentido de la VIDA, de valores trascendentes.

Es por eso que nuestra Sagrada Familia sigue siendo modelo y nos invita hoy, a no dejarnos abatir, a generar nuevos espacios que humanicen y, fundamentalmente, a ser dóciles y a estar atentos a la VOZ del Señor que nos sigue llamando a VIVIR en el AMOR que SANA, PROTEGE Y FORTALECE.

Como dice el Papa Francisco: “… Necesitamos encontrar las palabras, las motivaciones y los testimonios que nos ayuden a tocar las fibras más íntimas de los jóvenes, allí donde son más capaces de generosidad, de compromiso, de amor e incluso de heroísmo, para invitarles a aceptar con entusiasmo y valentía el desafío del matrimonio”[1]

[1] Papa Francisco (2016): Exhortación apostólica postsinodal “Amoris laetitia” sobre el amor en la familia. Cap. 2, Numero 40.

Fabiana Díaz de Dinard

Área Pastoral del Equipo de Gestión de Argentina y Paraguay

Provincia Santa Rosa de Lima