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COMENTARIO AL EVANGELIO III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

12 diciembre, 2023

Jn 1, 16-8. 19-28

«Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que prepare el camino ante ti.»

¿Cómo compartir la Palabra de Dios y dejar un mensaje a quienes lo lean? Esta es la pregunta que me surge, ya que es un tiempo muy especial para dejar de hablar y empezar a actuar, no se puede permanecer indiferente ni tampoco engañado ante la realidad de una sociedad que cada vez está con mayor desconocimiento de Dios, de su mensaje de salvación…

“El espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva…”  ¿Qué podemos decir de esta expresión?

Primero: recordar que es Dios quien me buscó, me ungió y me envió por pura gratuidad; ha transformado mi ser: entonces mi compromiso es como el profeta, tengo la misión de llevar la Buena Nueva, lo que recibí, tengo que compartirlo, no me puedo quedar con ello.

Segundo: en la misión, ¿cuántas veces he acompañado a la gente a que se sienta amada, perdonada a través de su Palabra o con la acción de la pastoral?

«Hubo un hombre enviado por Dios… Este vino como testigo para dar testimonio de la luz» Compartiendo esta palabra con el grupo familiar de la Anunciación salían reflexiones que quiero compartir por su sencillez y profundidad.

  • “Nuestra vida tiene que ser una coherencia de vida, ejemplo, “yo no quería ir al grupo, sin embargo, es ir no por voluntad, sino por obediencia al Señor, porque para eso me preparó” toda la formación que las HH. me han dado es para reconocer el amor de Dios en mi familia, en mí.
  • “Llevar la Palabra de Dios es la columna vertebral de nuestra misión”
  • Yo te desconocía, no te conozco al 100 por ciento, no leía la Biblia, sin embargo, tú me elegiste como tu discípula y aquí estoy haciendo mi esfuerzo por comprender tu Palabra.

Quiero recordar el testimonio de un joven de la ciudad de Puebla, se encontraba la Hna. María Calvo ensayando con el coro de la capilla, la puerta estaba abierta y los jóvenes entre bromas y seriedad ensayaban los cantos para la misa de esa semana sin que nadie prestaba mucha atención, entró un joven y se acomodó junto a los que estaban cantando, ensayo a la par de ellos pues hermana Mary le proporcionó la hoja de los cantos. Al finalizar el ensayo, así como entró, salió sin hacer ruido y sin llamar la atención, Hna.  María Adela Calvo preguntó quién era el nuevo integrante y nadie supo responder, todo quedó ahí; el domingo antes de las 7:00 a. m. el joven estaba sentado ya en las bancas del coro, a partir de ahí no faltó ningún día del ensayo.

Cuando alguien le preguntó cómo había llegado al grupo su respuesta fue que había salido a caminar porque no tenía nada que hacer ni perder, sentía su vida vacía, sin sentido; el alcohol y la droga no lograron darle lo que buscaba.  La historia no tiene un final feliz, pero si mucho que ver la misericordia del Señor.

No solo llegó él a participar en la Eucaristía, también su familia se integró a pesar de la distancia de su domicilio, sus padres agradecían mucho a Dios y al coro, el que su hijo hubiera retornado al camino correcto. Posteriormente, este joven murió de leucemia.

Te preguntarás qué caso tiene leer esto, si la palabra de Dios exige otra clase de reflexión, pero si no es esto lo que nosotras vamos atesorando, entonces ¿qué efecto tiene si no nos dejamos tocar, evangelizar por quienes acompañamos en la misión?

Se nos invita a vivir con alegría el Evangelio, pero sin sentirnos más que los demás

Así como Juan (en el Evangelio), se siente indigno de que lo llamen mesías y nosotros muchas veces al tener ciertos conocimientos creemos que somos más que los demás. Esta lectura nos muestra a Juan con su humildad, pero a la vez con su entusiasmo, su alegría de llevar la Buena Nueva, de bautizar, de hacer lo que le corresponde, pero sabiendo que hay Uno que es más que él de quien no se siente digno de desatarse la correa de sus sandalias. Yo también como Juan el Bautista, ¿reconozco que mi hacer es el que le agrada a Jesús?

Para de leer y pide al Señor que te ayude a ser responsable de tu bautismo, de tu consagración, porque solo así le abriremos la puerta en este Adviento a Jesús cuando nos comprometemos a ayudar a los preferidos de Dios.

“La alegría a la que nos invita la Palabra de Dios no es una alegría cualquiera, es la alegría profunda de la salvación que viene de Dios, de la virgen María que nos dice <<desbordó de gozo en el Señor se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador>>  la alegría es una característica esencial de toda las fiestas y esta no es la excepción;  nuestra mayor alegría es experimentar la cercanía de Dios, la alegría que encontramos en el anuncio del ángel a María: “alégrate”, la que hace saltar a Juan el Bautista y llena de corazón de su madre Santa Isabel, la que el ángel anunció a los pastores, la que hace que los niños se sienten atraídos hacia Jesús,  la que hace alegrarse al Pueblo viendo las maravillas que realiza Jesús, la alegría de los apóstoles frente del resucitado: la alegría es,  en cierto modo un termómetro espiritual de nuestra Vida”

El mundo necesita hoy de nuevo este tipo de alegría, de la salvación que viene de Dios y para la cual nos estamos preparando en este tiempo de Adviento que está próximo a cantar la alegría auténtica que renovará nuestros corazones para acoger a todos hombres y mujeres, a prepararnos espiritualmente para que Jesús nazca en el pesebre de nuestro corazón.

                                                                                                   Fraternalmente Hna. Argelia Vargas Acosta

                                                                                                                       Provincia San Martín de Porres