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COMENTARIO AL EVANGELIO III DOMINGO DE PASCUA CICLO B 2024

9 abril, 2024

Hechos de los Apóstoles 3,13-15.17-1 1 Juan 2,1-5

Lucas 24,35-48

Hay un filósofo francés, Luc Ferry exministro de educación, que se declara abiertamente ateo pero muy respetuoso. Le preguntaron qué libro se llevaría a una isla desierta, dijo el evangelio de San Juan, y ante la pregunta qué razones había para no ser creyente, la respuesta fue entre otras, que el mensaje que transmite el cristianismo es demasiado bonito para ser cierto.

Algo parecido les debió pasar a los apóstoles cuando Jesús se aparece en medio de ellos.

En el relato del evangelista Lucas se dice que “de tanta alegría no se lo acaban de creer” (Lc 24,41). Como si dijera, demasiado bonito para ser verdad, puede ser que sea esta la razón por la cual, aún hoy, a muchos cristianos nos cuesta manifestar la íntima alegría que tendría que invadirnos, al saber que hemos puesto nuestra vida en manos de Aquel que fue crucificado y sepultado, pero que después resucito, Aquel que, los que confían en Él, nos ofrece compartir la vida más allá de la muerte.

Incluso a los que creen, les resulta difícil captar esta perspectiva como antídoto para las ansiedades, los miedos y las dificultades que mucho o poco aflige nuestra vida cotidiana. ¿Cristo ha resucitado, resucitaré con Él? Demasiado bonito para ser verdad, piensan algunos. Pero el profundo sentido de la fe va a parar precisamente aquí: creer en la experiencia de los apóstoles, que después de la cruz, lo vieron, lo tocaron, lo escucharon, adquiriendo una certeza de la resurrección que difundieron por todo el mundo.

El relato de Lucas es una invitación a repensar nuestra manera de buscar al Señor. Hay que buscarlo en la vida de cada día, al partir el pan, al compartir la mesa.

Lo que Lucas nos presenta hoy, no es un Cristo ascético o dogmático, sino un Jesús con un rostro profundamente humano que revela su divinidad compartiendo el misterio de la fragilidad humana, con la excepción del pecado, que supera y anula ofreciendo su vida en el árbol de la Cruz. Como los discípulos, también nosotras tenemos que ser testimonios del Misterio Pascual, tenemos que invitar a mirar y tocar al Cristo, presente en sus vidas en su historia, con frecuencia llena de contradicciones y sufrimientos, recordando que con su Resurrección venció la muerte y nos devolvió la esperanza a una nueva vida.

Hermanas, hoy a imagen de los discípulos, tal como lo explica el relato evangélico. Estamos invitadas a ser y reaccionar de otra manera, nosotras que tantas veces hemos tenido la oportunidad de reconocer al Señor en la Eucaristía.

Que la experiencia del encuentro con el Resucitado cambie algo en nuestras vidas, como lo hizo con los discípulos de Emaús al partir el pan, como lo hizo con el resto de los apóstoles y seguidores, y nos mueva a dar testimonio con nuestra vida de cada día.

Que la Virgen de la Anunciación, nuestro P. Coll y nuestras Hermanas mártires nos ayuden a ser mujeres de vida gozosa y esperanzada.

Gna. Paquita Borrull

Provincia de Sant Ramon de Penyafort