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COMENTARIO AL EVANGELIO XIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

27 junio, 2023

2 Re 4,8 -11. 14 -16
Sal .88
Rom. 6,3 – 4. 8 -11
Mt. 10, 37- 42

La acogida cordial a los enviados de Dios para llevar su palabra aparece en la primera lectura y en el evangelio de hoy. Dios premia esa acogida, el que recibe a los discípulos enviados por Cristo, recibe al mismo Cristo y el que recibe a Cristo recibe al Padre que lo ha enviado y tendrá su premio. La segunda lectura nos recuerda que por el Bautismo fuimos sepultados con Cristo en la muerte, para poder andar en una vida nueva.

Al escuchar de boca de Jesús “el que ame a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí “, quedamos desconcertados. Los cristianos no estamos exentos de extrañarnos de las paradojas que plantea Jesús y no acabamos de captar el sentido de la misión y el mensaje de Jesús porque preferimos seguir la corriente de la lógica. Lo que nos quiere transmitir es que el último absoluto es Dios y su Reino

Hemos pasado por alto el “más que a mí “. El Señor nunca quiso devaluar a la familia, donde a través de ella hemos experimentado los valores de la convivencia, la misericordia, el amor y el perdón.

En el amor y la acogida a los más próximos, la familia y los más necesitados, está siempre la acogida a Jesús. Debemos ver a Jesús en aquellos a quién servimos y reconocer a Jesús en los que nos sirven. Quién a vosotros recibe a mí me recibe y quién me recibe, recibe al que me envió.

Seguir a Jesús. Algunos son invitados a dejarlo todo y ponerse en marcha para una misión itinerante que rompe lazos importantes y queridos e implica renuncia. Es el caso de los apóstoles. Mt 4,18-22. Jesús pretende establecer otro modo de entender las realidades del reino. Quiere, para sus discípulos, un estilo de vida fundamentada en el amor y la misericordia. Pide para él, un espacio especial en nuestras vidas, más importante que el de nuestros seres queridos. Siendo Él, el centro, todo tiene su verdadero sentido. Jesús nos invita a nosotros a tomar el camino del servicio y del amor a todos, sin discriminación, hasta dar la vida por los demás, sabiendo que quien no ama al hermano al que ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Hoy como ayer, es necesario presentar un evangelio y mensaje exigente, pero humanizador y transformador.

Seguir a Jesús, a veces cuando llama, nuestro corazón, está lleno de cosas, preocupaciones, planes, intereses, gentes que amamos y a las que estamos apegados. La renuncia que comporta el seguimiento de Jesús, la vemos como algo costosa y difícil, porque ponemos más la atención en lo que dejamos y no en lo que nos ofrece. El que encuentra su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Jesús nos asegura que incluso el más pequeño gesto de misericordia, de ayuda, que tengamos con los demás: allegados, necesitados, diferentes, no quedará sin recompensa.

Quien llegue hasta nosotros, venga de donde venga, sea quien sea, nos da la ocasión de acogerlo y acompañarlo con cariño y ternura. El amor al otro que reclama Jesús se identifica y realiza cuando tenemos la puerta abierta, la vida disponible y los pies libres para acompañar a quien camina con nosotros.

Tomar la cruz. La exigencia del seguimiento de Jesús es tan fuerte que pone en juego a toda la persona, de tal modo que debe estar dispuesta a perder su propia vida. Es una adhesión personal a Jesús por encima de todo.

Jesús, anuncia a sus discípulos que sufrirán la misma soledad, violencia y desprecio público, que él soportó. Indica la situación, la dificultad y aceptación de la persecución que sufre el discípulo en su misión de testigo. Seguir a Jesús es cargar con su misma cruz. Es el amor auténtico que busca más dar que recibir, aquel que no se echa atrás y si es preciso da la vida. Estamos llamados a amar a los demás como Jesús amó. A ser sus testigos de amor y misericordia.

Como siempre, tú me sorprendes, Señor.
Cuando pienso que todo está en juego,
Tú, me abres los ojos para ver a los demás.
Es el momento de que mi amor se haga realidad.
Ahora sé que te puedo ver, Señor,
en cada pobre con hambre,
en cada persona solitaria
en cada corazón herido.
Y sé que cuando sirvo a alguien,
Es a Ti a quién sirvo.

 

 Comunidad de Sama de Langreo

Provincia Rosa Santaeugenia