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COMENTARIO AL 12 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

16 junio, 2020

Lecturas:  Jer 20, 10-13; Sal 68(69) 8-10.1.17.33-35; Rom 5, 10-13; Mt 10, 26-33
MIEDO, ANGUSTIA – CORAJE, CONFIANZA

En el Evangelio del domingo pasado, Jesús llamó a los doce y los envió en misión. El evangelio de hoy, en continuidad con el envío, Jesús orienta y advierte a sus discípulos sobre las dificultades que encontrarán: persecuciones, calumnias, peligros. Frente a la persecución y el peligro ¡valentía! Coraje en contraposición al miedo. Esta invitación a no tener miedo aparece más de 200 veces en el Libro Sagrado; y en el Evangelio de hoy Jesús dice tres veces: “¡no tengáis miedo de los hombres!”(v26); “¡no tengáis miedo a los que matan el cuerpo!” (v28). “No temáis, pues vosotros valéis más que los gorriones” (v31). Conocedor de la fragilidad humana, Jesús los exhorta a enfrentar con valentía el fracaso, el abandono, la persecución e incluso la muerte. Sabía que la propuesta del Reino de Dios no es atractiva a los ojos del mundo, por lo tanto, subraya la importancia de que tengan confianza en el Padre celestial: Todo hombre/mujer que dé testimonio de mí en la tierra, también yo me declararé a su favor ante mi Padre que está en los cielos. (v32) Por el bautismo, los cristianos son enviados a testimoniar con la vida y la palabra que, “Él está entre nosotros” con su paz, su amor compasivo, su ternura, la defensa de los más vulnerables. Y Jesús les dijo: “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” (Mt 28,20b)

En la primera lectura, el profeta Jeremías experimentó el dolor de la soledad, la incomprensión, tenía miedo. Sin embargo confió, entregó su causa a la Divina Providencia. Alabó a Dios por salvar la vida de un hombre pobre. El profeta prefigura a Jesús que sufrió, fue perseguido, padeció, murió y resucitó en el tercer día. Jesús, el Hijo, confió plenamente y, cumplió la voluntad del Padre. Hoy ¿los cristianos han sido fieles en la búsqueda, aceptación, de la voluntad de Dios? El salmista proclama que Dios responde a las oraciones de sus pobres. Sal 68(69). ¿Tal como el salmista, los fieles confían y elevan, continuamente, su súplica a Dios, o solamente le buscan por conveniencia?

En la segunda lectura el apóstol Pablo presenta Cristo a los cristianos de Roma como el Eje sobre el que se divide la Historia de la Humanidad: el antes marcado por el pecado; y después, por la incomparable gracia salvadora de Dios, que en Jesucristo fue derramada, gratuita y abundantemente, sobre toda la Creación.

Las lecturas iluminan el tiempo que se vive hoy: la pandemia mundial pone en cuestión nuestras certezas, nuestro sistema de vida. Necesitamos unos de otros. Se experimenta el miedo, la angustia, el dolor, la soledad, la tristeza. Un simple virus impone pánico y revela la fragilidad del ser humano. Por otro lado, surgen gestos y actitudes positivas de amor, de generosidad, compasión, solidaridad en hombres y mujeres de diferentes generaciones, culturas, clases sociales, religiones. Todos ellos hermanados en un único proyecto: vencer el Covid-19. Tal vez ha llegado la hora de despojarse del hombre/mujer viejo(a) y revestirse del hombre/mujer nuevos – Cristo. (Cf. Ef. 4,22ss).

Un virus trae la posibilidad de un aprendizaje, de oírse el clamor de la Tierra y del pobre. De marcar un stop en la Historia y decidirse vivenciar el plan del Reino de Dios que es de paz, belleza y plenitud, diálogo, solidaridad universal, una ecología integral, como fue propuesto por el Papa Francisco hace 5 años, en su Encíclica Laudato Sí. En este año especial dedicado a ella, seguramente Jesús está susurrando en los corazones de los hombres y mujeres de buena voluntad:

“¡Ánimo! ¡Sean valientes! ¡Yo he vencido el mundo!”(Cf Jn 16,33).

Hna. Mariana Fernandes – Francisco Sá/ BRASIL