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BEBER DE NUESTRO PROPIO POZO V

6 junio, 2019

Este es un espacio que está pensado para llegarnos una y otra vez a las fuentes del carisma y beber de sus aguas refrescantes. Si bien el lenguaje del siglo XIX en que están escritas puede sonar un poco lejano, vale la pena el intento: al decir de fray Marie-Dominique Chenu OP «el recuerdo del pasado, el regreso a las fuentes, es siempre un regreso a la fuerza creadora».

Para facilitar el acercamiento a estas fuentes antiguas, hemos elaborado artículos breves que incluyen una puesta en contexto y una intuición o sugerencia para la reflexión, de modo que nos inviten a traer el mensaje del Padre Coll y su carisma a nuestra actualidad.

Hna. Luciana

SIEMPRE SEMBRAR…

Hay testimonios que conmueven. Y en la vida del Padre Coll hay muchos testigos de ello. Hoy rescatamos del olvido un documento que habla por sí solo de la fuerza de su testimonio, de lo que para él significó sembrar ―como en la parábola― con generosidad y entrega, sin saber a dónde va a parar la semilla, sembrar, sembrar…  dejando lo demás en manos de Dios.

Es un cura párroco el que relata: «Cuando regentaba la Parroquia de Santaliña el año 1925 aproximadamente, murió J. Mesegué a la edad de 85 años apartado completamente de la Iglesia y hostil a la misma, voluntario de la última guerra Carlista, nadie esperaba que se convirtiera, cuando un día me llamaron para administrarle los Santos Sacramentos ya que estaba gravemente enfermo; le confesé y quedé extrañado al decir él «Yo pecador y Señor mío Jesucristo» tan bien, le administré el viático y dijo también el «Señor yo no soy digno… » muy bien y le di la extremaunción y todo con completo conocimiento; le pregunté si había tenido alguna devoción especial a la Madre de Dios y me contestó que cuando era jovencito le contrataron de criado en una casa de Vilanova de la Sal y que fue a dar allí una misión el P. Coll y que asistió a los actos todos los días y que dicho Padre les enseñó la oración: «Verge y Mare de Deu…» recomendándoles que la rezasen todos los días y que él no había pasado un solo día sin rezarla; así como la Salve, Padrenuestro, etc. Le dije: ten la seguridad de que esta devoción a la Santísima Virgen te ha alcanzado la gracia de la conversión (…). Le dije también y pregunté por qué habiendo conservado la fe se había apartado de la Iglesia y me contestó que lo hizo por un resentimiento hacia los Sacerdotes de la Parroquia al final de la guerra…» (Testimonios, p. 292).

Es, sin duda, un testimonio impactante… en una vida marcada por la violencia y el resentimiento de la guerra, hubo una pequeña semilla que dio fruto pese a todo. Y en una época de violencias, resentimientos y guerras, hubo un hombre que se atrevió a seguir sembrando la Palabra, la Fe y la Confianza con una fuerza tal de su testimonio, que la semilla creció en los terrenos más impensados. Y nosotras, nosotros… en una época de violencias, desorientaciones y sufrimientos… ¿salimos a sembrar? y ¿confiamos en la fuerza de la semilla?

Minuto a minuto con la mano abierta,
en el surco de tu vida, siembra, siembra.
Deja caer el grano, entrega al mundo tu ofrenda
como el sembrador Divino, siembra, siembra.

Nada se pierde de lo que se entrega,
el Señor cosecha, tú: siembra, siembra.
No importa que nunca el fruto en sazón veas,
tú solo eres instrumento siembra, siembra.

Entrégate siempre, no te detengas,
a cada momento siembra, siembra.
Los que tras de ti caminen la senda
saborearán el fruto, tú: siembra, siembra.

Y cuando la semilla hecha planta florezca,
habrá dos motivos: Dios y tu Siembra.

                                   Canción del P. Germán Pravia: