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MEMORIA DE ALBERTO INIESTA. Su legado en la Iglesia de hoy

21 febrero, 2017

El sábado 25 de marzo se celebrará en Madrid una jornada dedicada a la recuperación de la memoria del obispo Alberto Iniesta, fallecido el 3 de enero de 2016 en Albacete, su tierra natal, bajo el lema “Memoria y legado de Alberto Iniesta para la Iglesia de hoy”.

Alberto Iniesta fue obispo auxiliar de Madrid, incardinado en la Vicaría IV de Vallecas (primer obispo del madrileño y obrero barrio de Vallecas, compuesto de muchos barrios).

Cuando Alberto Iniesta llegó como obispo a Vallecas, a principio de los años 70, se encontró con una realidad social de pobreza y de desarraigo, con una población muy diversa de gente con raíces vallecanas -los menos- y de emigración forzosa -los más- provenientes de las periferias de Andalucía, Extremadura y La Mancha, principalmente; con parroquias hechas en barracones, cuyos curas trataban de llegar a la gente; con familias que vivían situaciones de precariedad…

Los aires nuevos del Concilio, la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI, la Conferencia de Medellín en América Latina tienen sus resonancias en una Iglesia que quiere estar más atenta al mundo y comprometerse con el desarrollo de los pueblos y de las personas. En relación con ello está la actuación y compromiso de los curas obreros, de las religiosas y religiosos en barrios, el desarrollo de los Movimientos Apostólicos como la JOC (Juventud Obrera Cristiana), la HOAC (Hermandad Obrera católica), el MAS (Movimiento Apostólico Seglar), la JAR (Juventud Agraria Rural), la JEC (Juventud Estudiante Católica), la JIC (Juventud Independiente Católica), el Junior, etc.

Respecto a los religiosos/as, Alberto siempre tuvo mucha cercanía y apoyó fuertemente la inserción en los barrios.

Todo esto en un contexto tenso de relaciones entre Iglesia y Estado. A la época de una «luna de miel» entre el primer gobierno de Franco, que se quiere apoyar en la Iglesia y una Iglesia que se deja querer y acepta un concordato que la privilegia, le sucede una época de crítica a esta situación desde dentro de la propia Iglesia y un deseo de tomar distancia entre la Iglesia y el Estado. Una fuerte expresión de ello se da en la Asamblea Conjunta Obispos Sacerdotes en el año 1971. Y allí estaba, participando con todo su entusiasmo, Alberto Iniesta.

Sus expresiones más comprometidas tienen que ver con los obreros que sufren injusticia o silenciamiento, con los militantes reprimidos y encarcelados, con la gente que sufre los efectos de la miseria y la marginación, con las penas de muerte…

Fue co-impulsor y acompañante desde su ministerio episcopal de la I Asamblea Cristiana de Vallecas, en la que participaron trabajando durante meses más de 200 grupos cristianos, en un proceso de reflexión a partir de su propia vida, de la realidad de la Iglesia y de sus barrios. Esta Asamblea que se iba a celebrar el 15 de marzo de 1975 fue suspendida por orden gubernativa. Alberto Iniesta no se marchó de la puerta hasta que el último de los asistentes no lo hizo, para evitar detenciones. Hablando de ella dijo “Queremos una iglesia valiente, realista y en marcha”

Acompañó con su reflexión, a veces crítica, pero siempre amorosa y abierta y con su afecto y apoyo, a las primeras iniciativas que cuestionaban la obligatoriedad del celibato para los curas, a quienes estudian las ventajas e inconvenientes del divorcio… Nada humano le fue ajeno. Un hombre que se interesaba por la cultura, de mente abierta, que rebosaba sensibilidad y misericordia, al tiempo que procuraba ser coherente y libre, con lo que sentía que Dios le pedía. Un hombre sencillo, que no ponía ninguna distancia.

Alberto fue un hombre radical y auténtico, un místico y un profeta, sin tentaciones rupturistas, ni en la Iglesia local, ni en la Iglesia universal. Uno de sus puntos fuertes era pensar en la Iglesia como «comunidad de comunidades», trabajando siempre la unidad profunda en la diversidad y practicando una comunión multidireccional, una comunión respetuosa y dialogante con las búsquedas profundas sustentadas en el Evangelio, aunque no hubiera coincidencia en todo (Eclesalia).