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Y LA GENTE SE QUEDÓ EN CASA · CARTA DE PASCUA 2020

12 abril, 2020

“El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo,
para saber decir al abatido una palabra de aliento” (Is 50, 4a)

Queridos hermanos,

Durante estas semanas de confinamiento se hizo viral en las redes sociales el poema firmado por la norteamericana Kitty O’Meara que lleva por título «Y la gente se quedó en casa». Transcribo al final de esta carta, como anexo, los versos del mencionado poema. Un modo sencillo de expresar nuestro homenaje a los que más están sufriendo la pandemia del coronavirus y a todos aquellos que trabajan por paliarla y erradicarla.

El miércoles santo escuchábamos en la Eucaristía el versículo de Isaías que encabeza esta reflexión pascual. Decir una palabra de aliento al abatido requiere, en la experiencia religiosa del profeta, la condición de discípulo. Son muchos los mensajes que durante el tiempo cuaresmal hemos escuchado con motivo de la pandemia generada por el Covid-19 en todo el mundo, especialmente en España, pero también en los territorios de los vicariatos provinciales y en Guinea Ecuatorial. En esta Pascua no puedo ignorar ni pasar por alto la excepcionalidad que estamos viviendo. Por este motivo un fraile amigo de Salamanca me solicitaba hace unos días que ‘confirmase en la fe a los hermanos’.

He de reconocer que la amistosa petición me persiguió estos largos días de confinamiento y reclusión en nuestras casas. Algunos me habéis expresado en estas semanas la esperanza de la fe con palabras de aliento. Unos de forma verbal y otros por escrito. Han sido días de intensa comunicación con el conjunto de la Provincia. ¡En fin! He llegado a la conclusión de que nos confirmamos en la fe unos a otros con el apoyo mutuo. ¡Gracias! Porque nuestra calidad religiosa ha mostrado lo mejor de sí misma; también he podido constatar lo más auténtico de cada uno, de vuestras personas y vocación. Algunos habéis tenido la confianza de mostrar vuestros sentimientos, con llanto incluido, en nuestro diálogo y escucha mutua. El momento emocional que estamos viviendo tiene su aspereza. En cualquier caso, me pregunto: ¿qué mejor confirmación en la fe podemos esperar si ya en cada uno la experiencia misericordiosa de Dios está presente?

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Fuente de la noticia DOMINICOS