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UNA NUEVA CARTA DIRIGIDA AL PADRE COLL

12 marzo, 2020

Hoy queremos compartir desde este espacio dedicado al carisma y sus fuentes un nuevo descubrimiento documental referente al Padre Coll. Pensamos que reviste importancia, especialmente por consistir, hasta el momento, en la única carta que tenemos de un familiar del Padre Coll dirigida a éste. El descubrimiento se debe a gestiones realizadas ante el Archivo del Ayuntamiento de Gombrèn y a la buena disposición de su encargado, Sr. Agustí Dalmau Font, quien sabía de la existencia de la carta y tuvo la gentileza de dárnosla a conocer.

Son relativamente pocas las cartas que conservamos del Padre Coll, tanto de su epistolario activo (las cartas que él escribió) como pasivo (las que fueron escritas para él), así que cada nuevo hallazgo significa una alegría y la posibilidad de conocer un poco más a nuestro Fundador en alguno de los múltiples aspectos de su vida, obra y personalidad. En este caso, la carta que ahora presentamos nos acerca a una dimensión de la que tenemos pocos datos: la relación del Padre Coll con sus hermanos a lo largo de su vida. No sé sabe cómo esta carta personal fue a parar al archivo del Ayuntamiento, ni si realmente llegó a manos del Padre Coll. Se trata del pedido de Juan Coll a su hermano Francisco, para que suba a Gombrèn a colaborar en la solución de un conflicto con un tercer hermano, José Coll. A continuación transcribimos su contenido[1]:

Al Reverendo Franco. Coll

Gombreny, 29 de enero de 1869

Apreciable y nunca olvidable hermano; espero la presente te encuentre gozando de perfecta salud como es la mía a D. G. [Dios gracias].

La presente no sirve más que para decirte que como ya sabes en la situación en que me hallo, esto es que estoy en mi propia Casa, y necesitando los muebles que me [sic] considero ser míos y principalmente las ropas, sabrás que las he pedido a José quien no me las ha querido dar, esto que ya no le he pedido más que la mitad de ellas; por lo que pienso[?] que si tú subías a este como te pídolo hagas a la mayor brevedad posible todo se arreglaría y si tú no subes no veo camino para avenirnos los dos, solo que tendré que acudir al Juez del Partido a fin de entablarle un pleito, he creído del caso escribirte [?] la presente para decirte que no me moveré de este por ninguna cosa hasta que hayas hecho el favor de subir como te lo he dicho más arriba.

Expresiones de mi parte además de decirte te sirvas contestarme qué es lo que haces sobre la enfermedad que estabas padeciendo cuando me marché de esa.

Por no saber escribir Juan Coll, a su ruego

Juan Casanova

La carta es breve pero rica en detalles. Por ejemplo, deja claro que el Padre Coll continuó una fluida relación con sus hermanos varones hasta el fin de sus días (su relación con sus hermanas Teresa y Manuela nos es más conocida). Nos advierte que su salud ya estaba deteriorada a comienzos de 1869 (en diciembre de este año tendrá su primer ataque de apoplejía). Es significativo también el apunte final: el hermano de Francisco Coll tiene que usar los servicios de un escribano, pues no sabe escribir. Esto habla a las claras de la real falta de oportunidades educativas en pequeños pueblos como Gombrèn y en la propia familia del Padre Coll: fue una situación que él padeció muy de cerca.

Pero lo más importante aparece en el tema central de la carta: Francisco Coll es requerido como el único capaz de facilitar el entendimiento entre los dos hermanos, de manera que “si tú subías […] todo se arreglaría y si tú no subes no veo camino para avenirnos los dos”. ¡Qué confianza en el poder pacificador de la presencia del Padre Coll! Precisamente, este dato es muy coherente y viene a reafirmar lo que siempre sabemos y decimos: que era un “ángel de paz”, un verdadero servidor de la reconciliación. Lo que aporta esta carta es la confirmación de que era considerado de este modo incluso en el seno de su propia familia. Parece que, en este caso, no se cumplió aquello de que “nadie es profeta en su propia tierra”, sino que la real coherencia de su vida, entre lo que predicaba y lo que practicaba en su día a día, le aseguró una absoluta confianza no sólo de quienes podían llegar a idealizarlo desde lejos, sino también de quienes más lo conocían.

Hna. Luciana Farfalla Salvo

[1] La ortografía ha sido actualizada. Los signos de interrogación indican que la palabra manuscrita es de difícil comprensión. En el enlace podemos consultar la carta fotografiada.