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SAN PEDRO: LA FUERZA EN LA DEBILIDAD

24 junio, 2021

El 29 de junio se celebra la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia de Roma. En otros tiempos, en países de tradición católica, era fiesta de precepto y día no laborable. Hoy sigue siendo no laborable en algunos lugares como Chile o Perú. En España la celebración litúrgica se ha trasladado al domingo más próximo, de modo que este año 2021, en vez celebrar la eucaristía del domingo XIII del tiempo ordinario se celebrará la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo. ¿Por qué este interés en celebrar solemnemente la fiesta de san Pedro? Pues, entre otras cosas, para aprovechar la oportunidad de predicar sobre el “ministerio petrino” como signo visible de unidad de la Iglesia. Y para que se exhorte a los fieles a rezar por el Papa Francisco.

El “ministerio petrino” es tema controvertido en los diálogos ecuménicos, aunque, por parte católica, se han dado pasos importantes para situar este ministerio en el contexto de la sinodalidad de la Iglesia y como un ministerio “diaconal”. No quiero ahora entrar en ese debate, porque de cara a la celebración de la fiesta de san Pedro me parece más importante hacer una reflexión “espiritual” que ayude a vivir mejor nuestra fe. Destaco, a este respecto, dos momentos de la vida de san Pedro, en los que me parece que se hace verdad eso que dice san Pablo de que la fuerza se realiza en la debilidad. Y añado que esta fuerza de la debilidad es la más potente, pues su potencia está fundamentada en el amor.

El primer momento de la vida de Pedro que destaco es lo que sucede cuando Jesús es juzgado por el sumo sacerdote Caifás. Pedro está por los alrededores de la casa, mirando a ver qué pasa. Entonces algunos de los que estaban por allí le preguntan varias veces si él no es uno de los discípulos de Jesús. Pedro lo niega repetidamente, pero la insistencia de la pregunta y lo que le dice uno de los preguntadores: “tu misma habla te descubre”, me mueven a pensar que Pedro negaba muy mal. Se notaba que lo hacía de forma forzada, de mala gana. ¡Ojalá, cuando yo niegue a Jesús, se me note que soy de los suyos, que peco de mala gana, que mi negativa no convence!

Otro momento de fuerza en la debilidad, ocurre cuando Pablo critica a Pedro por disimular sus verdaderos sentimientos, al dar a entender que sólo los judíos convertidos que practicaban la Ley eran verdaderos cristianos (cf. Gal 2,11-13). Hoy casi nadie de los que ocupan puestos de mando acepta críticas a su gestión. Más bien, califican de rebeldes a quienes les critican. Al parecer, Pedro aceptaba la reprensión de Pablo, manifestando su capacidad de autocrítica y su disposición a dialogar. En la Iglesia hay funciones directivas, pero el ministerio eclesial es un ministerio de servicio que no busca dominar, ni imponer. El buen superior siempre piensa en el posible sufrimiento que pueden causar sus decisiones.

Martín Gelabert Ballester, OP

Fuente: Nihil Obstat