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POR UNA IGLESIA SINODAL

14 junio, 2022

El sábado, 11 de junio, tuvo lugar en Madrid la asamblea final sinodal de la Conferencia Episcopal española. Participaron alrededor de 600 personas, entre ellas 360 laicos y más de 100 representantes de la vida consagrada. La asamblea hizo algunas observaciones a la síntesis presentada. Tras la incorporación de estas observaciones, el cardenal Omella entregará en Roma el documento final surgido de la aportación de todas las diócesis españolas, de los grupos eclesiales y de las instancias de la vida consagrada. Pues estas 600 personas representaban a 14.000 grupos sinodales, que han implicado a más de 225.000 personas. Un dato significativo: en 19 cárceles hubo grupo sinodal.

La asamblea tuvo la oportunidad de escuchar algunos testimonios. Me resultaron interesantes dos, el de un preso y el de un pastor protestante. La persona que había estado en la cárcel, y había participado en un grupo sinodal, notó que entre los doce compañeros del grupo había doce respuestas diferentes a cada tema que surgía, pero hubo una coincidencia: todos recordaban que habían sido bien acogidos en sus parroquias y se habían sentido escuchados por la Iglesia. Cuando todos te abandonan, la Iglesia no te abandona. Yo me alejé de ella, dijo, pero ella no se alejó de mí. Me brindó el perdón y la capacidad de perdonar a los demás. Y concluyó: nunca es tarde para cambiar y para abrazar a Dios.

El pastor protestante, presidente de la Iglesia evangélica española, hizo unos interesantes paralelismos entre este Sínodo y el Concilio Vaticano II, así como entre Juan XXIII y Francisco. Dijo que el proceso sinodal había sido bien recibido por las iglesias protestantes, que se han abierto expectativas, y manifestó su confianza en que algunas cosas podían cambiar (acogida de inmigrantes, discriminaciones por distintos motivos). Expresó su deseo de que el Espíritu nos siga moviendo hacia una “región” común. Terminó con unas palabras que muestran un cambio en la percepción que desde otras confesiones se tiene de la Iglesia católica: “Yo, dijo, que tanto he criticado a una Iglesia jerárquica, cuando veo que ahora se habla de Iglesia sinodal, puedo sentirme identificado con esta Iglesia”.

Por su parte, en su homilía, el cardenal Omella afirmó que “la sinodalidad es una herramienta al servicio de la comunión, en tanto en cuanto trata de articular la diversidad por la vía del consenso que lleva hacia la unanimidad, de manera que pueda surgir la armonía o la sinfonía. Hablar de sinodalidad es reconocer la pluralidad, las polaridades, caminar hacia la comunión que es obra del Espíritu, renunciando a la tentación de la uniformidad y la homogeneidad de todos”. En otras palabras: si la Iglesia es una comunión de los bautizados entre ellos y con Dios, la sinodalidad, o sea, escucharse con respeto y atención, es un modo de vivir y realizar la comunión, sobre todo en aquellas circunstancias en las que hay diversidad de pareceres.

Martín Gelabert Ballester, OP

Fuente: nihilobstat