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ORAR CON SAN FRANCISCO COLL (6)

3 octubre, 2022

ORAR EN EL DOLOR

«Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.»  Gál 2, 19-20

El misterio del dolor se presenta en nuestras vidas inesperadamente, y muchas veces tenemos que vivir y asumir circunstancias que no teníamos previstas. Sin embargo, esas circunstancias dolorosas nos hacen madurar en la vida espiritual, si sabemos descubrir que Dios se manifiesta también a través de ellas.

El Padre Coll tuvo que pasar por muchas dificultades a lo largo de su vida: en la niñez, viviendo en tiempos de hambre y con la temprana muerte de su padre, en su adolescencia abriéndose paso para poder realizar su vocación contando con pocos recursos, luego le tocó vivir el duro proceso de la exclaustración que quebrantaba sus sueños de joven dominico…  En su vida adulta se compenetró del dolor del pueblo en las misiones y, sobre todo, sobrellevó con paciencia y esperanza las graves dificultades de todo tipo que surgieron cuando emprendió la tarea de fundar la Anunciata. Pero él, totalmente seguro en la fidelidad de Dios, solía decir: “Cuanto más contrariedades mejor”.  Cuando las Hermanas le pedían poder realizar ayunos y otras mortificaciones corporales, dirigía más bien su atención hacia la aceptación de las dificultades que trae la vida cotidiana: “Abrazad, pues, ¡oh amadas hermanas!, las mortificaciones que la Divina Providencia os permita… Hacedlo con ánimo tranquilo, pacífico y alegre… Abrazad primeramente las mortificaciones que se os ofrecen sin buscarlas… Esa es vuestra cruz, la cual habéis de llevar para seguir a Cristo Señor Nuestro” (Regla pág.146).

SUGERENCIA PARA UN MOMENTO DE ORACIÓN

Si la oración se hace en grupo, ambientar el lugar colocando en el centro una cruz o una imagen de Jesús en la Pasión, también imágenes o símbolos que recojan el sufrimiento y el dolor de los hombres y mujeres que hoy padecen injusticias y a los cuales Jesús acompaña desde la cruz… Leer pausadamente trozos de la pasión, hacer silencio, compartir… Tomar un papel y un lápiz y volcar en él nuestros propios sufrimientos… ofreciéndolos al Padre con los de Jesús y los de todos los hombres diciendo: “Padre, si quieres aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42). Terminar cantando una canción de entrega y concluir con la siguiente oración:

ORACIÓN

Recibe, ¡oh Padre!, el sufrimiento de tantos hombres y mujeres que hoy padecen injustamente, debiendo asumir como tu Hijo, en su propia carne: el dolor, la enfermedad y la muerte. Recibe también la ofrenda de nuestros sufrimientos y contrariedades, queremos ofrecerlos unidos a las de Cristo, único Redentor del hombre. Que al igual que nuestro Padre Francisco Coll, podamos siempre asumir con actitud pacífica y serena las dificultades que la vida nos ofrece cada día, para dar testimonio de que la muerte es vencida por la fuerza del amor, y que cada cruz asumida tiene su resurrección. Amén.

Idea y textos: Hna. Susana Ruani

Imagen: Nilda Gofré