NOTICIAS

MODELO DIVINO, TRAMA DE RELACIONES

2 junio, 2023

La más acabada definición de Dios que encontramos en el Nuevo Testamento nos la ofrece la primera carta de san Juan: Dios es amor. Amor, sólo amor y nada más que amor. Amor sin ningún asomo de no amor. No se trata solo de que Dios ame, porque el que ama, a veces no ama; o ama a unas personas y no ama a otras. Dios no tiene amor, es Amor. Y como es Amor sólo puede amar, porque si dejase de amar dejaría de ser Dios.

Todo eso viene a propósito del domingo de la santísima Trinidad, pues Dios, en cuanto Amor, aunque es uno y único, no es soledad, sino comunión, comunicación, encuentro, relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Porque el amor es don, y no hay don en la unidad o en la soledad, sino en la comunión. La fiesta de la Santísima Trinidad nos recuerda que esta comunión propia de Dios no se manifiesta solamente hacia fuera de él, sino que es propia de él. El misterio mismo de Dios es un misterio de comunión y relación y, por eso, porque él mismo es Amor y comunión, ama a sus criaturas. Lo que Dios hace de cara afuera, es un reflejo de lo que él es de cara adentro.

Más aún, puesto que el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, el conocimiento de Dios nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. Al haber sido creados a su imagen, a imagen de un Dios Trinidad de personas, resulta que hay un reflejo trinitario en cada ser humano. Estamos hechos para el amor y sólo en el encuentro con el otro nos encontramos a nosotros mismos. El Vaticano II (GS, 24) dijo que la semejanza con Dios “muestra que el hombre, que es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino es en la entrega sincera de sí mismo”. “Porque la persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las crituras” (Francisco, Laudato si’, 240).

El reflejo trinitario no está sólo en cada ser humano sino en toda la realidad salida de las manos del Padre creador, del Hijo por quién todo ha sido hecho y del Espíritu santo que es dador de vida y mantiene la vida con su aliento invisible. Toda la realidad contiene en su seno una marca trinitaria. Dice Francisco (Laudato si’, 240): “El mundo, creado según el modelo divino, es una trama de relaciones. La criaturas tienden hacia Dios, y a su vez es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo podemos encontrar un sinnúmero de constantes relaciones que se entrelazan secretamente. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad”.

Martín Gelabert Ballester OP

Fuente: nihilobstat