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MISTERIO DE HUMILDAD

18 diciembre, 2020

Se acerca la Navidad y, en medio de las idas y vueltas de las autoridades sanitarias y las voces de los profetas de calamidades que hablan de la «peor navidad de nuestras vidas», se escuchan cada vez con más fuerza los llamados a volver a lo esencial y redescubrir la Navidad como acontecimiento de fe.

Pienso hoy cómo serían las Navidades en tiempos del Padre Coll… quién sabe… seguro que estaban plenas de esa sencillez y esa espiritualidad que hoy añoramos. El corazón contemplativo del Padre Coll se asomaría con inmenso amor y  veneración a este misterio. Y su fuego apostólico encontraría en él un gran motivo de inspiración para la predicación del mensaje evangélico.

Si queremos vislumbrar cómo el Padre Coll meditaba y consideraba el misterio de la Navidad –y, en general, la Encarnación del Señor–, sin duda que un medio muy a propósito será acercarnos a sus meditaciones sobre los Misterios Gozosos del Santo Rosario. Sobre este tema pensó, oró, escribió y predicó.

En sus escritos apreciamos cómo contemplaba este gran misterio con la capacidad de asombro intacta: «¡Oh Rey divino! Considero lo extraño de vuestro actuar, y quedo pasmado al ver cambiado el trono de vuestra gloria en un pobre pesebre…»[1]. Y vemos que, para él, hay algunas actitudes muy características que podemos aprender considerando estos acontecimientos: la caridad, la disponibilidad, la pobreza de espíritu, la alegría, la obediencia, la búsqueda de Dios… Pero entre todas estas, hay una virtud que sobresale, una virtud muy preferida por el corazón del Padre Coll: la humildad. San Francisco Coll ve la humildad reflejada en la acción de Dios, en Jesús, en María.

Dejémosle que nos lo diga con sus propias palabras. Primero, al hablar de la humildad del mismo Dios en la Encarnación:

«Contempla cómo nació de María, en el desabrigo del portal, delicado y pequeño infante, este Dios tan grande, que no cabe en el cielo ni en la tierra; cuán empequeñecido un Señor inmenso, y cuán paciente y benigno el que antes se llamaba Dios de las venganzas. Mira en el desabrigo de un establo entre pobres pañales, reclinado en un pesebre entre viles animales al Rey de la gloria…». «Considera el amor inefable de nuestro Dios y Señor; pues para librarnos de la esclavitud del pecado […] se dignó vestirse de nuestra pobre y miserable naturaleza».

Y siempre, al lado de la contemplación, el Padre Coll desliza una invitación: «Adora junto con los pastores y ángeles del cielo, con afectos de admiración y ternura, a tan amoroso Infante, y abraza como Él la pobreza de espíritu…».

Al misterio enorme de la humildad de «todo un Dios» se corresponde admirablemente la humildad de María:

«Considera cuán preciosa es la virtud de la humildad; pues por ésta mereció María santísima que el mismo Dios tomase carne en sus purísimas entrañas, y la elevó a la infinita dignidad de Madre suya». «Mira la puntualidad, obediencia y humildad grande de la purísima Virgen, que siendo su alma más limpia y más pura que los supremos serafines, va con el Niño en brazos a purificarse y presentarse en el templo, como las demás madres…».

Sin dudas, el P. Coll siente una especial predilección por la humildad, por la sencillez, por lo pobre. Lo vemos en su propia vida y en su Fundación. Lo vemos, también, en su predicación. Esta predilección está ordenada a la caridad, con la que la humildad se conecta íntimamente.

«Lo más importante ciertamente es el amor. Lo sabe muy bien el P. Coll. Tiene muy presente la excelencia y superioridad de la caridad y cuando se trata de hacer una síntesis se expresa claramente: ‘Todas las virtudes os recomiendo, pero de un modo especial, la caridad, la caridad, la caridad’. Pero la HUMILDAD es la puerta del AMOR. Sin humildad no es posible amar, abrirse, darse… De esto estaba también convencido el P. Coll…»[2] y este puede ser hoy su mensaje ante esta Navidad distinta, pero no menos profunda y hermosa, que nos toca vivir este año como Humanidad.

Hna. Luciana Farfalla Salvo

[1] Estas y las siguientes citas están tomadas de La hermosa Rosa, meditación de los Misterios de la Anunciación, Nacimiento y Presentación en el Templo, en: Francisco Coll OP, Obras Completas, pp. 441-443.

[2] Hna. Socorro Pérez Camposorio, ¿Qué nos dice el P. Coll sobre la humildad?, en http://www.dominicasanunciata.org/wp-content/uploads/2016/06/wdomi_pdf_8643-XqO3fZdKYvxD9h9R.pdf p. 2.