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MISIÓN EN BRASIL

11 mayo, 2020

       Fue por los años 70 que, en respuesta a las directrices del Concilio Vaticano II en la Misión Adgentes, la Congregación acoge la iniciativa, tan en consonancia con nuestro carisma de anunciar por todo el mundo el mensaje de salvación; hoy diríamos, en consonancia con las exhortaciones del Papa Francisco… “Iglesia en salida”, en que la Anunciata incentiva a “salir” e ir a las fronteras, en misión adgentes. Y en su sencillez y con los temores propios a lo desconocido, a otra cultura con lengua diferente, pero en fiel obediencia y llenas de coraje y celo misionero, llegan a Belo Horizonte, capital del Estado de Minas Gerais, el 2 de febrero de 1973, las HH Pepy Erausquin Arrieta y Mª Luisa Píriz Píriz, fundando la primera comunidad en Brasil, en uno de los barrios de la grande periferia de la populosa capital, en el barrio Serrano.

¿Con qué objetivo la Anunciata es enviada al Brasil? Muy claro, insertarse en las periferias, allí donde se encarnan de forma más visible las desigualdades sociales generando mayor pobreza y abandono sobre todo de la infancia y juventud. De ahí que a la llamada de obispos y sacerdotes las hermanas vamos respondiendo según las posibilidades, en diversas realidades periféricas o en lugares del interior.

Se inicia todo un caminar junto al pueblo brasileño, tan acogedor y cariñoso con las hermanas. Presencias a través de guarderías, de la salud en pequeños hospitales o centros de de atendimiento, en salud domiciliar, visitas a enfermos; en actividades parroquiales en todas sus formas: catequesis de niños, jóvenes, adultos, formación de agentes tanto para las diversas pastorales, para los diferentes ministerios…Un caminar tan fecundo acompañando a las Comunidades Eclesiales de Base CEB,s en aquellos años 80, con paseatas reivindicativas, procesiones, romerías, eventos, fiestas, grupos de jóvenes; con diversidad de grupos, los Círculos Bíblicos por las casas de noche, caminadas del pueblo de Dios, obras sociales…Un caminar en que si había dificultades, el ardor en acompañar y ayudar en lo posible a los más necesitados, era mayor; no había fronteras para hacernos presentes allí donde se nos necesitase. Ha habido hermanas siendo profesoras en escuelas del estado, enfermeras en hospitales y centros de salud estatales y municipales, actuación en la pastoral universitaria, en actividades de solidaridad, en centros sociales con los niños de la calle, formación de la mujer, proyectos sociales. Aunque a veces en el cansancio de la andadura haya aflorado el sentimiento de la inutilidad de tantos esfuerzos, los resultados y la fecundidad del paso de una comunidad de las Dominicas de la Anunciata, es notoria; algo se mueve y cambia, la huella va quedando plasmada, el barrio se transforma; de ello tenemos ejemplos muy bonitos y gratificantes, pues cuando la semilla es sembrada con amor, no queda en el surco, ¡fructifica! Y cuántos frutos hoy podemos ver de aquello que en el momento nos podría llevar a pensar que de allí no saldría nada.

Y hoy, la Anunciata sigue viva y presente en esas periferias y lugares del interior: En educación formal con el Centro Pedagógico en el Barrio de Glória; en Educación informal-social con la Escuela de Música H. Rosa Font Fuster en el barrio Aarâo Reis y el centro Aquarela en Montes Claros. En la actividad parroquial, estamos todas las comunidades insertas en toda la gama de diversidad de presencias, hasta en ser responsables de parroquia donde no hay sacerdote, como en Río Branco-Acre, donde las hermanas son las responsables del vasto campo pastoral de la Transacreana; trabajo de una hermana en la Pastoral Universitaria en la PUC (Universidad Pontificia de Minas Gerais); en la salud con el trabajo de una hermana técnico de enfermería en el Hospital Joâo XXIII, el mayor hospital de Minas Gerais en Belo Horizonte. ¡Ha sido y es un caminar tan próximo a nuestra gente…! bien fuera de casa, bien en nuestras propias casas, sobre todo, en las celebraciones de “nuestras fiestas” en que podemos palpar el cariño y arropamiento del pueblo con su presencia, pues la casa de las hermanas es casa abierta a todos.

Son tantas experiencias bonitas, aunque también sufridas, pero con un pueblo tan acogedor y cariñoso con las hermanas, todo se ha ido superando y se supera, pues al final es el pueblo en sus más variadas situaciones y problemas que da un sentido mayor y más profundo a nuestro caminar; una misión que llena de sentido.

Hoy estamos en cinco comunidades: Glória, Aarâo Reis, Montes Claros, Francisco Sá, Río Branco-Acre. A pesar de los cambios y transformaciones y con los diferentes rostros que van tomando las personas en tan diversas realidades cambiantes, la Anunciata en Brasil continua buscando el cómo dar las mejores respuestas y lo mejor de sí a un pueblo que, junto con los grandes avances tecnológicos, crecen en las desigualdades y se va incrementando el abismo de separación de la clases sociales, así como el centinela siempre atento a atisbar por dónde tiene que caminar con los pequeños rayos de luz que surgen en la oscuridad. Pero como tantas veces escuchamos a nuestra gente, imbuida de fe y de esperanza… “Com Deus tudo irá  prá frente, não desanimar”.

Delegación Provincial Brasil