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ENCUENTRO DE LAS COMUNIDADES DE INSERCIÓN EN ANDALUCÍA 13 – 16 de mayo

17 mayo, 2019

Comenzamos nuestro Encuentro en la Casa de oración y centro de espiritualidad dominicana “Santo Domingo de Scala Coeli”, en Córdoba. Un convento emblemático que se fundó en el siglo XV con San Álvaro de Córdoba para iniciar un proceso de renovación de la Orden en España.

Nuestros hermanos dominicos Fray Paco Fassio, José Antonio Segovia y Mariano del Prado, nos acogieron en todo momento como hermanas en un entorno lleno de paz y de espiritualidad que inspiró en su tiempo a Fray Luis de Granada, Bto. Alvaro de Córdoba (San Álvaro), Bto. Francisco de Posadas, entre otros. El encuentro fue convocado por H. Rosa María de Castro y preparado junto con la Priora Provincial, H. Mª José Abad que asistió juntamente con las hermanas de las diferentes comunidades de inserción: Adra, Córdoba y Almonte.

Nos acompañó Fr. José Antonio Segovia que enriqueció la reflexión desde las claves para:

  • afianzar criterios evangélicos que nos permitan responder con audacia a las nuevas urgencias y situaciones sociales, desde una mirada lúcida y compasiva.
  • cuidar nuestra presencia apostólica de comunidades pequeñas en medios populares
  • priorizar la formación en el acompañamiento de laicos en orden a crecer en la interculturalidad

En un ambiente de fraternidad y de diálogo, las hermanas de las tres comunidades expusieron el origen de estas comunidades, a partir de la Crónica de la comunidad y de la Congregación, reflexionando las respuestas que se dieron en su momento y que iluminan y prosiguen nuestro hoy para discernir aquellos aspectos que permanecen de los que son cambiantes porque han de adaptarse a las necesidades de la sociedad y de las personas.

Valores dominicanos como la Encarnación, la Misericordia y la Itinerancia dominicana resuenan de un modo peculiar en la vida y misión de estas comunidades de inserción. Analizamos los aspectos relevantes que enriquecen nuestra vida comunitaria y nos fortalecen personalmente, como el contacto con el pueblo compartiendo con nosotras, con sencillez sus vivencias y dando testimonio de su fe y fortaleza ante el sufrimiento. La alegría del encuentro y la gratuidad de la entrega nos van haciendo profundizar en lo que supone ser enviadas, en nombre de Jesús, y como miembros de la Congregación de la Anunciata.

Y pensando en el próximo Capítulo provincial nos preguntamos:

¿Qué riqueza (valores, experiencias, presencia…) aportan estas comunidades de inserción a la Anunciata?

Subrayamos la importancia que tiene para nosotras caminar en la cultura del encuentro, acercándonos al otro en una escucha sin juicio para que sientan en una mirada acogedora nuestra empatía fraterna. Valores como la cercanía,  la presencia, la compasión, la prudencia y delicadeza en el trato nos ayudan para el acompañamiento. Y siempre teniendo especialmente cuidado para que cada uno se encuentre con su propia verdad, aceptando la propia realidad contando con lo que cada uno es y con la fuerza de la fe y esperanza para ir acogiendo las diferentes etapas de la vida. La dinámica de la propia vida, es un acicate para profundizar lo que supone una vida fraterna, sencilla, de preocupación de unas por las otras, e inquietas por los problemas del pueblo.

Salir a las periferias, comunidades “en salida”, en la línea de lo que el Papa está pidiendo hoy a la Iglesia. Estar con quienes nos necesitan. Ser para todos hermanas, que desde una vida fraterna sencilla, vulnerable, estamos llamadas a una gran misión: ser signos y ayudarles a descubrir el Dios encarnado en sus vidas, con la alegría y la fuerza que está siempre regalando. Sigue siendo para nosotras un reto la autoformación para discernir los signos de los tiempos, ver qué caminos y qué lenguajes usar para poder llegar a las familias, enfermos,… generando una cultura vocacional.

Optar por estas comunidades requiere más estudio y reflexión que nos prepare para discernir el momento que vivimos y comprender nuestro hoy. Ir dando  pasos que enriquezcan la Vida Consagrada “en salida” que queremos vivir.  Para ello, favorecer más encuentros, compartir experiencias, proporcionar una formación adecuada, oportuna y progresiva para estas comunidades…

Así, reafirmando el valor de las comunidades de inserción y con la alegría de la experiencia vivida en el encuentro, partimos para nuestras comunidades.

Hna. Rosa Mª de Castro