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EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MI

22 enero, 2019

Lecturas del Tercer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C

  • Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10
  • 1ª Corintios 12, 12-30
  • San Lucas 1,1-4; 4,14- 21

Lecturas del día 27 de enero

El libro de Nehemías cuenta cómo el escriba Esdras expone al pueblo de Dios reunido el libro de la ley de Moisés y la ayuda de los levitas que lo explicaban. El texto, en su conjunto, presenta un marco donde se perciben las normas de la predicación de la Palabra de Dios en esa época. Unos años más tarde, la misión de Jesús fue la de enseñar a su vez, y el Evangelio de San Lucas relata cómo terminó en la sinagoga donde se reunían los judíos el Día del Señor.

La escena de la predicación de Jesús en la ciudad donde creció tiene un carácter programático muy acentuado. Anuncia temas que ocuparán un lugar  central dentro del conjunto. Los versículos inmediatos al prólogo dejan claro que Jesús está equipado con el Espíritu profético que, después del desierto, lo lleva a los lugares de su ministerio. La primera palabra pública de Cristo será su interpretación de Isaías. A diferencia del Bautista, los discursos de Jesús se hacen a menudo en lugares y tiempos especialmente dedicados a este uso. Él acostumbraba a entrar en una sinagoga el día de sábado.

Al describir el culto realizado en la sinagoga, la narración omite las oraciones iniciales y la primera lectura de la Ley de Moisés, para conservar solo una larga cita de la profecía de Isaías. El rol del enviado es el de anunciar de manera eficaz la desaparición del sufrimiento de los pobres y lisiados de la vida, de proclamar la apertura del tiempo donde el hombre será acogido por Dios (cf. Is 61, 1-2). Cada lector iluminado por la teofanía bautismal entiende que el heraldo de Dios, ungido con el Espíritu, es el mismo Jesús y que la misión descrita será la suya a lo largo del evangelio de Lucas.

Predican sentados en Palestina, era habitual predicar sentado, de pie en las sinagogas de la diáspora. Jesús, en la postura que más le conviene, explica a los nazarenos: «Hoy, se cumple esta Escritura acabáis de oír» (Lc 4,18-20). No dice explícitamente, «… porque ella habla de mí». Por lo general, Jesús no dice que él es el Cristo o el Profeta. Él proporciona pistas a sus oyentes, pero los deja en libertad para aceptar o no, la señal ofrecida; los invita a reconocer la novedad que ha hecho irrupción en medio de ellos. Ahora bien, mientras ellos muestran admiración por el favor divino que les transmiten las palabras de Jesús, los nazarenos solo ven en Jesús, al hijo de José; no perciben en él al último Profeta que designaba el texto Isaías.

A través de los versículos siguientes, el anuncio de que el privilegio de Israel ha terminado y que Dios acoge las naciones paganas, provoca la ira de los judíos. Esto prefigura la historia de Hch 13, donde los judíos de Antioquía de Pisidia pasan de la bondad a la furia, al ver los gentiles escuchar la Palabra del Señor. Algunos versículos contendrán una amenaza implícita para Jesús y otros narrarán un primer intento de asesinato. El rechazo de Jesús fuera de la ciudad, por parte de los habitantes de Jerusalén y su ejecución, serían así prefigurados. El título de profeta implica para Jesús rechazo y pasión. Pero por el momento, no es el tiempo de los adversarios: Jesús no dejará este mundo sin llegar al final de su misión. Reconocer en Jesús al último Profeta no fue únicamente una exigencia dirigida, en el pasado a los nazarenos. Al poner en escena esta historia, el Evangelio nos invita a comprender que, el rechazo de Jesús es quien, paradójicamente, lo designa a todos como el enviado de Dios. La piedra que han rechazado los constructores, se convertirá en la piedra angular.

Sin embargo, antes de presentar su evangelio, el autor Lucas comienza con un prólogo que constituye el comienzo de la obra y del ministerio público de Jesús. Los comentarios introductorios del texto muestran que está dedicado al Honorable Teófilo, un converso de origen pagano que puede tener un lugar importante en la administración romana. El objetivo perseguido por Lucas es el de  persuadir al destinatario de la solidez de la catequesis que ha recibido y esto manifiesta un enfoque explícitamente eclesial. Es en este espíritu eclesial que San Pablo enfatiza la unidad de los miembros del cuerpo. Se refiere a la Iglesia cuando predica que todos los miembros de un cuerpo están unidos. La Iglesia, que es el cuerpo de Cristo, reúne a todos sus miembros por medio de la palabra de vida enseñada desde los profetas hasta los actores de la Nueva Alianza.

Desde Nehemías hasta San Pablo a través de Jesucristo y San Lucas, la liturgia de este tercer domingo del tiempo ordinario enseña que la palabra de Dios une a la gente que quiere conocerlo mejor y hacer su voluntad.

Hna. Françoise Gouannin

Vicariato Saint François Coll

Versión original del comentario del 3º Domingo