NOTICIAS

EL DESEO HUMANO ES INSACIABLE

10 enero, 2022

El humano es un ser de deseos. Quizás porque también es un ser carencias. Siempre nos falta algo: algo de saber, algo de belleza, algo de salud, algo de juventud. No hay ser humano que no desee algo y, sobre todo, que no desee, de una u otra manera, lo que es bueno para él. O al menos lo que él considera bueno. Todos nuestros deseos están movidos por la búsqueda de la felicidad. Hagamos lo que hagamos, siempre buscamos la felicidad. Incluso cuando hacemos cosas que al final nos perjudican, el motivo de hacerlas no ha sido el mal resultado final, sino la inicial pretensión de encontrar en ellas gozo, placer, alegría, en suma, felicidad. El que abusa del vino o de la droga, no pretende ponerse enfermo, lo que pretende es conseguir un momento de placer.

El problema es que nunca conseguimos una felicidad plena. En las “coplas por la muerte de su padre”, Jorque Manrique lamentaba “cuán presto se va el placer; cómo después de acordado, da dolor”. Unamuno lo decía de otra manera: “la satisfacción de todo anhelo, no es más que semilla de un anhelo más grande y más imperioso”. Ocurre que, una vez que hemos conseguido lo que decíamos o pensábamos querer, lo conseguido dura poco y nos sabe a poco. Por eso, seguimos buscando siempre más y más y mucho más. Ya se sabe: “el que tiene un beso, quiere tener dos; el que tiene veinte busca los cuarenta y el de los cincuenta quiere tener cien”. Lo bueno siempre nos sabe a poco. En el fondo somos insaciables.

El ser humano vive en una permanente insatisfacción. Decía George Sand que a las personas nos gusta viajar tanto porque no estamos contentos en ningún lugar. Bernardo de Claraval decía que los seres humanos, en lugar de agradecer lo que tenemos, nos pasamos la vida lamentando lo que no tenemos, pues la ambición humana es insaciable. El codicioso nunca se harta de dinero, dice el libro del Eclesiastés (5,9). Por eso los ricos no suelen ser generosos, porque todo lo que tienen les parece poco. No es sólo que den lo que les sobra, como dice la historia de esa viuda del evangelio que dio todo lo que necesitaba para vivir; es que no les sobra nada y siempre quieren más.

No hace falta fijarse en la gente ambiciosa para constatar que el deseo es algo propio de todo ser humano. En la mayoría de las personas se trata de deseos limpios y honrados. Todos deseamos, con toda razón, tener buena salud, encontrar buenos amigos, triunfar en la vida. También ahí los buenos deseos nos abren a deseos mayores. El ser humano siempre está en búsqueda, nunca está satisfecho con lo que tiene. Esta es una característica que nos distingue de los animales. En los animales, el hambre de alimento, de compañero, de protección, cesa tan pronto ha sido satisfecha. No ocurre así con el ser humano. Es un ser pequeño, pero con deseos tan grandes que la naturaleza nunca logra saciar. (Continuará)

Martín Gelabert Ballester, OP

Fuente: nihilobstat