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DOMUND 2018

16 octubre, 2018

CAMBIA EL MUNDO

La Dirección Nacional de las Obras Misionales Pontificias en España ha propuesto, en efecto, como lema para el Domund 2018, “Cambia el mundo”. La apuesta es audaz y atrevida. Produce una cierta sonrisa de incredulidad. Sin embargo, no es otra cosa que lo que hace la Iglesia desde su nacimiento, lo que hacen los misioneros cuando son enviados al mundo, lo que hace cualquier cristiano que se ha tomado en serio el ser discípulo misionero.

El cambio que promueve el Domund nace del corazón donde ha entrado Dios. Desde un corazón que ama se vence el egoísmo, se deja de pensar solo en las necesidades propias y se comienza a pensar en las necesidades de los demás. Se sale, de las cuatro paredes del confort, al mundo sin fronteras. El Señor da fuerza y acompaña a quien emprende este camino, que es el camino del discípulo misionero. “Esta transmisión de la fe, corazón de la misión de la Iglesia, se realiza por el «contagio» del amor, en el que la alegría y el entusiasmo expresan el descubrimiento del sentido y la plenitud de la vida. La propagación de la fe por atracción exige corazones abiertos, dilatados por el amor”, dice el papa Francisco en su Mensaje para esta Jornada Mundial de las Misiones.

Una mirada a los pueblos evangelizados desde el minuto cero certifica que este cambio es susceptible de llevarse a cabo, porque no se trata de planes que no se puedan abarcar, sino de acciones que se puedan realizar. Por eso, no se puede hablar de la evangelización como algo “teórico”, sino como una transformación real. De hecho, Obras Misionales Pontificias propone a los misioneros como ejemplo de que el cambio en el mundo es posible. Ellos lo provocan con su “vida y obra”; con acciones concretas que han transformado la realidad de pueblos y personas con nombre y apellido. Solo desde esa “proximidad” se va produciendo poco a poco el cambio global.

Y es que el gran cambio que transforma los corazones esclavizados por el individualismo, el espiritualismo, el encerramiento en pequeños mundos, la dependencia, la instalación, la repetición de esquemas ya prefijados, el dogmatismo, la nostalgia, el pesimismo, el refugio en las normas, llega a través de cambios pequeños, es posible y está al alcance de todos: “Se trata de no tener límites para lo grande, para lo mejor y más bello, pero al mismo tiempo concentrados en lo pequeño, en la entrega de hoy. Por tanto, pido a todos los cristianos que no dejen de hacer cada día, en diálogo con el Señor que nos ama, un sincero «examen de conciencia»” (GE 169).

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TESTIMONIO DE LOS NIÑOS DEL COLEGIO

DOMINICAS DE LA ANUNCIATA DE SANTA CRUZ DEL QUICHÉ, GUATEMALA

“Somos misioneros del mundo, tenemos una misión queremos ver el mundo lleno de Amor” Esta canción es la que nos identifica en nuestro grupo de la Infancia Misionera del Colegio de Dominicas de la Anunciata “El Rosario” de Santa Cruz del Quiché, Guatemala.

Nos reunimos los días martes y jueves por las tardes para reflexionar y compartir nuestras alegrías e inquietudes por ayudar al que más nos necesita.  Con tiempo y dedicación la Hermana Maura María Tzep Ajú, nuestra coordinadora, nos ha preparado y apoyado para esta misión que ya estaba programada, estábamos emocionados y alegres porque queríamos estar con los ancianitos y el día llegó.  Nos dirigimos al Asilo de Ancianos Sor Herminia que se encuentra en nuestra ciudad.

Cuando llegamos nos recibieron alegres la Hermana encargada y los trabajadores nos llevaron hasta ellos. Con alegría y entusiasmo cada  uno de nosotros estuvo con un ancianito para mostrarles lo que les teníamos preparado; hicimos la oración, bailamos un son del rey Quiché y jugamos lotería con ellos, premiábamos al que ganaba y se pusieron tan contentos por sus regalitos, llegó la hora del refrigerio y algunos de nosotros les dimos de comer, nos sentimos felices al sentir que podemos ser útiles sobre todo con los que más necesitan.

El tiempo pasó rápido, ya era la hora de regresar nos despedimos de ellos y llegamos a casa muy felices por cumplir la misión. Queremos agradecer a todas las personas que nos apoyaron a las hermanas, a nuestros papás y las personas que trabajan y colaboran en el asilo. Porque un misionero siempre dice GRACIAS.

¡¡Saludos a todos!!