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Prv. 8, 22-31 – Sal. 8, 4-5,6-7,8-9
Rom. 5, 1-5 – Jn. 16, 12-15

El amor hace posible lo imposible. Mientras reflexiono sobre las lecturas de este domingo. El amor y nuestra comunión con la Santísima Trinidad es lo que reflejé. En la primera lectura se declara la sabiduría de su Padre a través de la creación. Muestra la relación de Dios con la humanidad. Se representó cómo todo empezó por la sabiduría del Padre. Es una manifestación de cómo la sabiduría de Dios obró en su plan maestro para la creación del universo y la humanidad.

En la lectura del evangelio en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, se muestra la relación del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el amor incondicional que une a la Santísima Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, todos poseen amor. El amor del Padre es tan inmenso que nos da a su Hijo unigénito. Jesucristo, por su gran amor al Padre y a toda la humanidad, sufrió, murió y ofreció su vida para redimirnos de nuestros pecados. Jesús, antes de ascender al cielo, prometió a sus discípulos el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos fue dado para ser nuestra luz, nuestra guía, nuestro defensor. Recordé un momento en que yo y mi exemperadora, Safta Rachel, estábamos caminando en un parque y, de repente, sopló el viento y ella pronunció las palabras hebreas «¡Ese ruach, yafe!» (Qué hermoso viento) que iluminaba su rostro. En ese momento solo sentí como el viento acariciaba nuestra piel pero realmente no me importaba a qué se refería. Ahora me di cuenta y entendí que mientras el viento soplaba hacia nosotros parecía como un soplo de vida que daba un sentimiento diferente dentro de nosotros. El Espíritu Santo revela en nosotros a tiempo las cosas que necesitamos. Hay cosas que a veces no entendemos pero en el tiempo perfecto de Dios todo cae en su lugar. Parece que el Espíritu Santo ilumina lo que no podemos comprender. Como dijo Jesús: “Pero cuando venga, el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad”.

Esto es lo que Jesús nos mostró en este evangelio en esta Solemnidad de la Santísima Trinidad. Es un desafío para nosotras hoy cómo cooperaremos y seremos testigos del amor de la Santísima Trinidad. Creo que una forma concreta de mostrarlo es a través de nuestras acciones, nuestro servicio a Su pueblo, especialmente a los necesitados. Tenemos muchos hermanos y hermanas que necesitaban ayuda, a nuestro modo, podemos ofrecerles nuestro servicio. Haciendo un pequeño acto de bondad hacia ellos. Amar a los demás es la mejor manera en que podemos mostrar nuestra gratitud por el amor de Dios. En comunión con la misión de la Iglesia, podemos estar unidos a través de nuestro servicio a los demás, teniendo en nuestra mente y en el corazón la promesa de Jesús de que nos enviará el Espíritu Santo que nos acompañará en la difusión de la Palabra de Dios.

Hna. Jonalyn Vinluan Garcia, OP