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COMENTARIO DEL EVANGELIO VI DOMINGO DE PASCUA 2021

4 mayo, 2021

San Juan 15, 9-17

 Tres palabras maravillosas, tan presentes en nuestra experiencia de vida, aparecen con fuerza en el Evangelio de hoy: amor, amistad, alegría

Jesús nos invita a permanecer en su amor y nos explica cómo hacerlo. Se trata de vivir el mandamiento del amor fraterno. A lo largo de nuestra vida nos hemos encontrado y nos seguiremos encontrando con dificultades, incertidumbres, situaciones que quizá nos desestabilicen; pero lo importante es no desviarnos del amor.
En la práctica del nuevo mandamiento Jesús mismo se pone como modelo “Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado” y al seguir leyendo el texto, él mismo nos aclara que el amor tiene que ver con dar la vida.
Todos tenemos experiencia de cansancios, sacrificios y entregas; todos de mil formas damos la vida cada día; pero la entrega de Jesús estuvo marcada por la búsqueda incansable de dignificar cada vez más la vida del ser humano.
Dar la vida al estilo de Jesús es gastarla por amor a los hermanos, es estar convencidos que la vida, Dios nos la regaló para darla, para donarla siendo disponibles a cualquier necesidad que se nos presente.

Unida a la entrega de la vida aparece la segunda palabra bella de este Evangelio: Amigos. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos, ustedes son mis amigos…” esta palabra tiene tanto sentido en nuestras vidas; hablar de amigos es hablar de un sin fin de valores que reconfortan la vida y el corazón. Jesús se refiere a sus interlocutores como amigos. Al dar un vistazo a los diferentes encuentros que tiene con sus contemporáneos, no vemos otra cosa que las actitudes propias de un amigo: calidez, cercanía, misericordia, comprensión, escucha, afecto… actitudes que nosotros practicamos con tanta facilidad con nuestros amigos. No será que este Evangelio nos está invitando a ver siempre en el otro un amigo; pues quizá así la entrega de la vida, sea más fácil debido a que nuestros egoísmos a veces nos ponen tantos límites.
Jesús nos llama a todos amigos, y este mismo amor nos invita a tenerlo con los demás.

La tercera palabra bella de este Evangelio es alegría. “Les he hablado de esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea perfecta”. Nuestra experiencia nos habla de que la entrega de la vida desde el amor, es siempre fuente de alegría, por lo contrario cuando no nos damos a los demás, se crea en nosotros un vacío que nos entristece. La alegría que experimentamos en nuestro interior, a pesar del cansancio que implica la entrega, es signo de Dios que reconforta y renueva nuestras vidas.
Que Él siga siendo nuestra fuente, de quien mana todo bien.

Hna. Sonia Requejo Palomino
Provincia Santa Rosa de Lima