NOTICIAS

COMENTARIO DEL EVANGELIO – II DOMINGO DE PASCUA CICLO B 2024

2 abril, 2024

DOMINGO DE LA MISERICORDIA

  «¡La paz sea con ustedes!»

Juan 20,19-31

El evangelio del “Domingo de la Divina misericordia”, celebración instituida por el Papa San Juan Pablo II en el año 2000, no deja de ser interpelador.

Jesús se aparece en medio de los discípulos atravesando las puertas cerradas del Cenáculo y simplemente los saluda: «¡La paz esté con ustedes!», y les muestra las manos y el costado.

Lo primero que experimentan los discípulos al ver a Jesús resucitado es la ALEGRÍA. Así lo expresa el texto:” Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría”.

Una alegría profunda, que nace de las entrañas¡y que los mueve sin saber por qué, a abrir las puertas cerradas y “salir” a dar testimonio de un Cristo que estaba vivo, que había vencido la muerte tal como lo había anunciado!: “Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mateo 16,21-28)

Atrás queda la vergüenza de haberlo abandonado, negado, traicionado… los miedos, el sentimiento de fracaso… la fragilidad… Las preguntas sin respuestas.

La segunda experiencia es la del PERDÓN: «Reciban el Espíritu Santo: a quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados, y a quienes se los retengáis, les serán retenidos.”.

Los discípulos reciben el Espíritu y reciben un mandato: el mandamiento del perdón.

El perdón que significa reconciliación, que es la forma de abrazar la debilidad del otro, haciendo de esa debilidad el motivo de nuestro amor, de nuestra compasión.

Ser perdonado, sentir el perdón, es sentirse abrazado por Dios.

Es sentir que uno es aceptado tal cual es.

Perdón que necesitamos vivenciar, porque sólo, lo que se “VIVE”, se puede valorar, se puede comunicar.

Y por último la invitación a TOCAR sus HERIDAS (que son las heridas de la humanidad de hoy) y CREER; «… Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe».

Dios, Padre y Madre, no hemos visto con nuestros propios ojos a tu Hijo, ni hemos tocado sus heridas con nuestras manos, sin embargo, creemos en él.

Que el Espíritu del Señor resucitado fortalezca nuestra fe y nos haga mirar nuestro mundo y a los demás con nuevos ojos, para que podamos comunicar su paz, su misericordia, su justicia y su amor. Que la gente con quienes compartimos VIDA y MISIÓN descubra que Jesús está vivo, que su mensaje sigue siendo actual y que cada día en nuestra fragilidad nos invita a ser constructores de su Reino.

Concluyo con una frase de Misericordia et Misera:” La misericordia es esa acción concreta del amor que, perdonando, transforma y cambia la vida

                                                                                                                                      Hna. Andrea. Ma. Iturbe