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COMENTARIO DE LA PALABRA 1 DOMINGO DE CUARESMA CICLO B 2021

18 febrero, 2021

Génesis 9, 8-15
Sl 24, 4bc-5ab. 6-7bc. 8-9
1 Pedro 3, 18-22
Marcos 1, 12-15

Desde el pasado miércoles, hemos entrado en tiempo de Cuaresma, tiempo de preparación inmediata a la gran fiesta de Pascua. En esta cuaresma, Jesús quiere hablar a nuestro corazón, seducirnos de nuevo y suscitar un amor nuevo fundado sobre la unión intima con Dios y el Espíritu Santo. Por eso, nos invita a entrar y permanecer con El en el desierto, lugar de liberación, donde Dios hace milagros y revela Su voluntad, haciendo alianza con nosotros para llenarnos de felicidad.

En efecto, ¿Cómo ser felices si permanecemos fuera de nosotros mismos? ¿Cómo ser felices si no logramos hacer silencio, para escuchar la voz de nuestra conciencia? ¿Cómo alcanzar la felicidad sin entrar en comunión con nuestro origen y fuente, que es Dios? El Señor nos invita  a cada uno, dentro de las situaciones especiales que le toca vivir, a seguirle en el desierto.

Algunas veces, el desierto parece ser un lugar de miseria, de peligro, de rebelión, de castigo y de tentación… Si, pero también es símbolo bíblico del discernimiento, de formación de la conciencia, de maduración espiritual que nos permiten fortalecer nuestra unión con Dios.

Después de su bautismo y antes de comenzar su ministerio mesiánico, Jesús es llevado por el Espíritu al desierto donde tuvo que afrontar tentaciones. Él se resistió al tentador que finalmente lo dejó.  Así, Jesús transformó el desierto en lugar de aprendizaje y de opción fundamental. El desierto le enseñó que sólo en la docilidad al Espíritu se puede vencer el mal y que la clave para la vivencia de la “Alianza con Dios” está en la fidelidad a Dios y el servicio al prójimo.

La primera lectura del libro del Génesis muestra el compromiso incondicional y gratuito de Dios con la familia humana y toda la creación. El texto afirma que Dios no abandona sus designios y planes para la humanidad y la creación. Cuando la iniquidad humana amenaza la obra de sus manos, Dios todavía encuentra una manera de llevar a cabo su plan. Ante la muerte inminente, elige a una persona, Noé y su familia, para llevar a cabo su plan de salvación. Todo lo que Noé tenía que hacer era escuchar y obedecer a las instrucciones de Dios, cumpliéndolas sin dudar, sin ninguna oposición.

Dios nos ama incondicionalmente nos dice el salmo 24. El autor nos recuerda esa verdad incontestable y subraya que nuestra relación con Dios es fundamental para poder andar en el camino. Por eso, nos toca buscarLe, sin cesar, en verdad, con toda humildad y dejarnos conducir por El.

Con el bautismo, entramos en una relación de alianza con Dios. Pero nuestra fe es continuamente puesta a prueba por las dificultades de la vida. San Pedro en la segunda lectura anima a los cristianos que sufren a no rendirse, sino a permanecer firmes en la fe recibida en el bautismo. Dios está con nosotros en todas nuestras pruebas, tal como estuvo con Jesús cuando fue tentado en el desierto. Dios nunca no nos abandona, está más cerca de nosotros de lo que podemos imaginar.

Marcos en el Evangelio nos ofrece el relato de las tentaciones de Jesús en el desierto de las cuales salió vencedor. A través del Evangelio, el Señor nos invita a refugiarnos, como Jesús, en la Palabra de Dios. Es con El que encontraremos fuerza y coraje en nuestra lucha contra el mal. Con Cristo, aprenderemos a rechazar todas las noticias falsas que corren por todo el mundo y nos desvían del Evangelio.

La Palabra de Dios de este primer domingo de Cuaresma nos invita a reconocer que Dios gobierna el mundo y la historia, a pesar del pecado y el mal. En efecto, Dios nos ha creado para la felicidad, la paz y el gozo. Pero en la vivencia de nuestra fe, caemos a menudo en las tentaciones y el pecado. El Señor que nos ve apartándonos de Él, nos hace una fuerte llamada en esta Cuaresma: “Convertíos y creed en el Evangelio”(Mc 1,15). Dios no está ahí para castigarnos, sino para salvarnos y llenarnos de sus bendiciones.

En este caminar, no estamos solos. El Señor está ahí, deseoso de darnos el verdadero pan de vida que renueva nuestros corazones, alimenta la fe, aumenta la esperanza y da la fuerza para amar; para aprender a tener siempre hambre de Cristo, el único pan vivo y verdadero, a vivir de cada palabra que sale de su boca.

Hna.  Marlyse Sorel Nganko

Provincia «San Raimundo de Peñafort»