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COMENTARIO AL QUINTO DOMINGO DE CUARESMA CICLO A

27 marzo, 2020

Ezequiel 37, 12-14
Sl 129, 1b-2. 3-4ab. 4c-6. 7-8
Romanos 8, 8-11
Juan 11, 1-45

En el quinto domingo de Cuaresma, el evangelista Juan nos presenta a Jesús en dos momentos importantes de su vida. El primero regresar allá donde sabe que su vida corre peligro por acudir junto aquellos que tiene una gran amistad y reclaman su presencia con urgencia.

Para Jesús la necesidad del otro está por encima de su seguridad personal. Cuando los suyos le quieren hacer caer en razón por el peligro que corre. El responde con la libertad de aquel que no tiene nada que temer si anda con la verdad. Sus palabras me recuerdan, en estos días que en Guatemala estamos en camino de la beatificación de tres sacerdotes misioneros y siete laicos, mártires en la guerra de los años ochenta, la respuesta que uno de los catequistas le daba al Padre que junto con él fue asesinado:” Mira Padre, si te mueres yo también me muero, nos morimos los dos por anunciar la Palabra de Dios” o el otro catequista que dijo: “¿Si voy a morir, por qué no voy a morir yo, como Aquel que murió por la verdad?”.

Siguiendo con el relato, los discípulos se sienten atraídos por esa fuerza del Maestro y le siguen hacia Betania.

Jesús se encuentra ante el dolor de la pérdida de un ser querido, Lázaro, su amigo, aquel con quien muchas veces había compartido su vida, sus inquietudes y su mensaje, porque sólo a un amigo se le regala el don de uno mismo. Y a sus dos hermanas, Marta y María, personajes claves en este evangelio y también amigas del Maestro. Ellas confían en El y se lo manifiestan. El resto de la gente no. Hacen sus comentarios “no ha hecho lo correcto”.

El diálogo entre Jesús y Marta es una profesión de fe: “Yo soy la resurrección y la vida”. “Yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que había de venir a este mundo”. Marta ha penetrado en misterio que se encierra en la persona de Jesús, igual que su hermana María, la que de ella dijo Jesús que había escogido la mejor parte y que no le sería quitada.

Y Jesús llora, es una forma de manifestar el cariño, el dolor ante su amigo muerto. Así lo interpretan los que están a su alrededor.

Y como cualquiera de nosotros quiere ver, quiere acercarse al lugar donde está descansando Lázaro su amigo.

Y aquí llegamos al punto central de este evangelio, de lo que Juan nos quiere comunicar: “Si tienes fe verás la gloria de Dios”.

Jesús ora. Actitud constante en su vida, comunicación con su Padre del cual se siente Hijo amado y escuchado por Él. Y se logra el milagro. Lázaro sale de la tumba.

Hoy también nos podemos preguntar nosotros:

  • ¿Qué arriesgamos? ¿O más bien estamos acomodados en donde nos encontramos?
  • ¿Qué valor le damos a la cercanía ante el dolor del hermano/a?
  • ¿De qué tumbas tenemos que liberarnos?

Sólo acercándonos en el silencio a Jesús podremos ir descubriendo las respuestas a nuestros interrogantes. Respuestas que nos ayudarán a ponernos en camino para liberarnos de las vendas y sudarios que nos mantienen inmóviles.

Que este tiempo que todavía nos queda de la Cuaresma, nos ayude a ponernos en camino y que, como Marta y María podamos, el día de Pascua, ver la gloria de Dios en Jesús Resucitado.

Hna. María Teresa Malagarriga

Provincia «San Martín»