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COMENTARIO AL EVANGELIO DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

13 octubre, 2021

Las lecturas de este XXIX Domingo, nos alientan a entregar la vida con generosidad y confianza a la voluntad del Padre. El profeta Isaías nos vuelve a mostrar al Siervo sufriente, que entrega su vida por la salvación de la humanidad, que sigue sufriendo por las diferentes causas que azotan sus vidas. Jesús, según se puede reflejar en el pasaje de Isaías, camina hacia su destino, no para demostrarle nada a nadie, sino para realizar la misión que tenía que hacer. “Mi siervo, cargó con los crímenes de ellos”. Ese es el amor incondicional de Jesús.

El salmo nos recuerda una vez más que los ojos del Señor están en aquellos que espera de Él compasión, los que esperan en su amor y en el abrazo de Padre “para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre”. Dios nunca nos deja solos, a nuestra suerte, Él siempre acude en nuestra ayuda.

La carta a los Hebreos, nos dirá que el Hijo del Hombre ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Eso es lo que ofrece seguridad a nuestra fe: por un lado, que es uno de nosotros; por otro, que nos abre el acceso a Dios. Jesús, Dios y Hombre verdadero es el centro de nuestra fe y de nuestra esperanza.  Se asemejó a nosotros para alcanzar la misericordia y encontrar gracia delante de Él.

En Marcos, nos encontramos con un nuevo anuncio de la Pasión de Jesús y la pronta petición de los dos apóstoles: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Santiago y Juan quieren los primeros puestos, ser figuras influyentes, tener cierto poder en el reino de Jesús. Los dos hermanos actúan aquí por interés personal, claramente no saben lo que están pidiendo. Esta es la debilidad de los seres humanos que con facilidad nos hace caer.

Pensar en el reino de Dios en términos de poder y estatus es una estrechez de mente y corazón, ¡Que tentación! Si no estamos atentas, el poder tiene infinitas manifestaciones, brota por todas partes y aparece en nuestras vidas.

Seguimos viendo en el texto evangélico que los otros diez apóstoles no son mejores, sino que se enfadan con los dos hermanos porque ellos también desean una parte en el nuevo reino. Y viene la actitud pedagógica de Jesús: los reúne a su alrededor y, con mucha paciencia, como un maestro que explica cosas complicadas a niños pequeños, los escucha con serenidad y les hace saber lo que es estar en su lugar, beber el cáliz y pasar el bautismo que él iba a pasar; trata de entregarles el mensaje, pero no le corresponde sentarlos a su lado. Jesús les deja claro los valores del evangelio, no ambicionar puestos “honoríficos”, puesto que el Hijo del Hombre ha venido a servir no a ser servido; ha venido a dar la vida en rescate por muchos.

Nuestra vida diaria nos pone al frente del dolor y sufrimiento humano y no nos tiene que dejar indiferentes… sabemos de personas, que están al servicio de tantos hermanos nuestros que sufren, sirviendo con amor, dando la vida a gente que no tiene nada para corresponder, y que quizás ni es capaz de sonreírles, pero les hacen sentir su cercanía. Hermanas nuestras que se dedican con sencillez y humildad a servir con amor a la atención de las hermanas más necesitadas, más débiles, con necesidad de mucha ternura, necesitadas de una sonrisa y una mano que las acoja con serenidad.

Vamos a pedir a Dios que abra nuestra mente y corazón para que Jesús nos aliente en el servir, en aceptar ser los más pequeños; que estemos abiertas a aprender de las demás personas, y puesta nuestra confianza en Jesús que nos sigue escuchando con paciencia. Que Él nos ayude a acoger su mensaje, llevarlo a la vida, como nuestra Madre María que guardaba sus Palabras en el corazón y la revertía en los afanes de cada día.

Hna. Zoila Morena Flores Lemús

Fuente de la imagen: Qumran